Decretar o declarar en tu vida

Un pensamiento mágico religioso que no lo debe hacer un cristiano



Por: P. Modesto Lule Zavala msp | Fuente: www.modestolule.com

Hoy algunos predicadores protestantes y algunos católicos proclaman una nueva moda que ha resultado muy eficaz para mantener contentos a esa gente, dicen: DECRETA tu prosperidad; DECLARA tu sanidad y recíbela en el nombre de Jesús; PROCLAMA Y DECRETA que ya eres libre de las deudas y créelo, porque para el que cree todo es posible. Todo esto se presenta como mágico. Esto es lo que sucede cuando no se profundiza la palabra de Dios y se camina por lo erróneo y se proclama un pensamiento mágico. Tan solo con decir las palabras te va a ocurrir. Ya nada más falta que se utilice una varita mágica. En algunos casos a lo mejor no se utiliza, pero si se promueve agua, aceite, sales, cirios y pañuelos que supuestamente si los llevas a tu casa sanarás o conseguirás lo que tanto anhelas. Esto ya raya en la superstición y hasta la idolatría.

Al promover ese pensamiento mágico religioso lo único que se está enseñando es que Dios está obligado a cumplir su palabra, por tanto debemos ordenarle para que lo haga.
Algunos predicadores y promotores de este pensamiento mágico religioso llegan a decir: Tus palabras tienen poder, declara por fe que ya tienes lo que pides, llama a las cosas que no son como si ya fuesen ¡Ejercita tu fe! Y Jesucristo que dijo que TODO lo que pidiéramos en su nombre se nos daría. Busquen Mateo 7, 7 – 8, que dice: Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre. O como dice en Marcos 11, 24: Por eso les digo que todo lo que ustedes pidan en oración, crean que ya lo han conseguido, y lo recibirán.
Imagínense a hombres mortales, que no somos más que polvo; a pecadores débiles, llenos de egoísmo, avaricia, vanagloria y muchas cosas más ordenándole al Dios todopoderoso que se hagan las cosas como yo las pido o yo las quiero.

Estas cosas llegan a darse por desconocimiento de la palabra de Dios. Por eso se cae en estos absurdos. Pero también pudiera ser que los que ya han leído la Biblia y presumen de conocedores la utilicen para llenar su egoísmo, para satisfacer su avaricia. Digo que la han leído y la memorizaron pero no la conocen porque si la conocieran no harían eso.

En la cita de Mateo 7, 7 se nos invita a pedir y a buscar pero Dios no nos concede caprichos. Dice san Agustín que Dios nos concede las cosas cuando nuestro corazón ya está preparado para recibirlas y nos las concede si eso que pedimos es para nuestro bien. En la cita de Marcos se nos invita a tener confianza y esperanza cuando pedimos a Dios.

LA BIBLIA NOS ENSEÑA COMO ACTUABAN LOS HOMBRES DE DIOS

Jesús suplicó por Pedro al Padre: pero YO HE ROGADO por ti, para que no te falte la fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes. (Lucas 22, 32)

Jesús suplicó al Padre por sus discípulos: YO TE RUEGO por ellos; no ruego por los que son del mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. (Juan 17, 9)

Jesús suplicó a Dios Padre por sí mismo: Mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte y muchas lágrimas ORÓ Y SUPLICÓ A DIOS, que tenía poder para librarlo de la muerte; y por su obediencia, Dios lo escuchó. 8 Así que Cristo, a pesar de ser Hijo, SUFRIENDO APRENDIÓ LO QUE ES LA OBEDIENCIA; (Hebreos 5, 7-8)


San Pablo enseñó a la iglesia cómo orar al Padre: No dejen ustedes de orar: RUEGUEN Y PIDAN A DIOS SIEMPRE, GUIADOS por el Espíritu. Manténganse alerta, sin desanimarse, y oren por todo el pueblo santo. (Efesios 6, 18)

Ordenar a Dios cuando oramos es una de las peores blasfemias contra su divinidad y autoridad. Por si la palabra blasfemia no se comprende vamos a ver lo que dice la etimología, es decir la raíz de la palabra o el origen. Blasfemia viene del griego y significa hablar contra Dios.

Dentro de la óptica que presentamos creemos que Dios contesta nuestras oraciones, aquellas que hacemos con temor reverente y sabiduría y no caprichos humanos. Creemos que Dios tiene el poder de sanar, libertar, restaurar y toda clase de cosas positivas suceden cuando clamamos con fe. Dentro de nuestra fe alcanzamos la respuesta y misericordia de Dios cuando reconocemos su grandeza y nuestra bajeza, es decir, Dios es el rey y nosotros los siervos. Creemos que Dios atiende nuestras suplicas, clamor, ruego, pedido, y mira nuestra actitud.

Nosotros como cristianos, nos postramos en humillación delante de Dios, y es Dios quien decreta, no nosotros. Nosotros no decretamos ni declaramos, nosotros esperamos en la voluntad de Dios.

Hay que tener presente que muchos decretan o declaran. Dicen declaro en nombre de Dios sanidad o libertad en esta persona o declaro felicidad.
DECLARAR según el Diccionario de la real academia de la Lengua Española es: exponer, dar a conocer o explicar. Pero en el ambiente cristiano se ha tergiversado este término y lo que se hace es como estipular o determinar y no anunciar, que es el verdadero sentido de la palabra. Yo mismo anuncio la palabra de Dios en los programas de radio, podría decirse que declaro ante los que me escuchan que Dios tiene poder para cambiar las vidas de todos aquellos que dispongan su corazón ante su presencia.

El diccionario de la real academia de la lengua española dice de la palabra DECRETAR: Dicho de la persona que tiene autoridad o facultades para ello: Resolver, decidir.
 Con el sentido común debemos de entender que para un cristiano NO es correcto andar decretando por aquí y por allá. Un día me encontré con una persona después de 15 años y al despedirse me dijo que decretaba felicidad sobre mi persona. No pude corregirle pues ya nos despedíamos, pero espero vea este mensaje.




Por Laura Aguilar Ramírez
Para: Puntadas de familia

Muchas personas confunden el deseo de algo con hacerlo decreto. "Si yo decreto que voy a ser feliz, lo seré", dicen algunos. Eso no es cierto.

Yo puedo poner toda mi voluntad, mi esfuerzo en ser feliz, pero el serlo o no serlo, no está en mï. Puedo aceptar el sufrimiento con resignación, pero sufrir no me hace feliz.
Puedo trabajar para obtener recursos, puedo cuidar de ésos recursos, puedo administrarlos bien, pero no porque yo decrete que voy a ser rico, lo seré.
Puedo decretar tal vez, reglas para mi vida: ser disciplinado, ser ordenado, ser limpio, ser puntual, por ejemplo. Pero no puedo decretar  la sanidad de una persona, la santificación de alguien ni siquiera la mía propia, porque ésas leyes, decretos o reglas no fueron puestos por mí.

Decretar está reservado para los jueces. El declarar está en boca de quienes están llamados a hacerlo.
Entonces es muy diferente decretar y declarar.

Ahora bien, en sentido espiritual, tampoco es igual decretar que declarar.

+Dios decretó las leyes divinas.
+Cristo las cumplió, orando al Padre y haciendo su voluntad. No sólo por su Hijo.

Uno como cristiano, declara:
Declara que Cristo es nuestro Señor.
Declara que si se pide en su nombre, el Padre en el Cielo, lo hará.
Declara que en donde hay dos o más reunidos en su nombre, El estará con nosotros. Por lo tanto, intercederá con y por nosotros. ¿Ante quién? Ante el Padre.

Muchos cristianos se dicen con autoridad para hacer tal o cual cosa. Dicen que ésa autoridad se las dió Cristo Jesús, pero éso no es cierto.

En Mateo 18, Jesús dice:
18.«Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
19.«Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.
20.Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

Cristo intercede con y por nosotros, donde dos o más se reúnan, se pongan de acuerdo y pidan algo al Padre, PORQUE EL ESTA CON NOSOTROS. Por nosotros mismos, no nos dan ni gota. Nos dan porque El está presente. La autoridad es de El. El dió su vida para nuestra salvación.

También es importante ver a quien se los dice: A sus discípulos. A sus seguidores. A sus hermanos.  A sus amigos. A su Iglesia. A los que hacen la voluntad de Dios.

Y la Iglesia que Jesús fundó, fué la católica, en donde se conservan los restos de los primeros apóstoles. La que reunió los distintos libros existentes en uno sólo llamado Biblia,. La que permanece reunida desde entonces, esperando su Venida. La que reconoce la autoridad de Pedro como dirigente de la Iglesia de Jesucristo,
"Juan, 15 1.«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.
2.Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.
3.Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado.
4.Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
5.Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.
6.Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden.
7.Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis.
8.La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.
9.Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor.
10.Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11.Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado."

Muchos cristianos se han alejado a lo largo de los siglos, de la Iglesia. Y así vemos, cómo poco a poco, se han ido separando entre ellos, fundando iglesias e iglesias de distintas denominaciones. Cómo poco a poco, han ido tergiversando las Escrituras, interpretándola cada uno a su manera (ésto porque no tienen la guía del Espíritu Santo) Cómo poco a poco, se han ido alejando de los preceptos dados por el Padre y por Cristo, relajando a su conveniencia los mandamientos, los preceptos.
Por lo tanto, se han alejado de Jesucristo, aunque se llamen cristianos.

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