12 claves para responder con amor a la invitación de Dios
Ser catequista es responder a un llamado. Es Dios quien toca al corazón de la persona y le pide que hable en su Nombre. Es una vocación de vida, una misión, un reto que implica una enorme responsabilidad de hablar de LA VERDAD y con la verdad. Y aún más importante, VIVIR EN LA VERDAD. Es decir, con congruencia, sin hipocresías. Ser catequista es una invitación personal de Dios a la cual hay que responder con amor y prontitud porque “la mies es mucha, pero los obreros pocos”.
Ser catequista es una de las tareas más importantes y valiosas que Dios le puede encomendar a una persona. Le confía en sus manos la formación de almas-generalmente las de niños-. De ella -y obviamente de sus padres- aprenderá lo que realmente es amar a Dios, cómo hacerlo; a alcanzar la plenitud y la vida eterna. ¡Ser catequista es un privilegio!
Todo buen catequista sabe que su formación debe ser integral y que esta no termina nunca. Alguna vez en mi vida Dios me dio la oportunidad de dirigir por algunos años un catecismo donde tenía a mi cargo 40 catequistas y 300 alumnos que iban desde los 4 hasta los 15 años, además de padres de familia. En ese entonces tomé un fabuloso curso para formación de catequistas en la “Escuela de la Fe” y aprendí que hay ciertas virtudes y actitudes que todo catequista debe tener y las cuales debe de ir pulir y perfeccionando con el paso del tiempo. Ahora te las comparto:
Los medios para educar la vida de piedad son:
• Comenzar y terminar el día agradeciendo a Dios.
• Lectura de los Evangelios para enamorarse de Jesús.
• Dirección espiritual.
• Tener un plan de vida -o vida de piedad- concreto el cual hay que hacer diariamente: lectura espiritual, oración mental, rezo del Rosario, Rezo del Ángelus, visita al Santísimo, etc.
• Recepción daría de la Eucaristía en la Santa Misa.
• Confesión sacramental semanal.
• Retiros espirituales.
• Examen de consciencia diario.
Los frutos de vivir una vida de piedad:
• Vivir enamorados de Dios y de sus obras.
• Amar a Dios por sobre todas las cosas.
• Amar al prójimo como a uno mismo.
• Ser luz para los demás.
Los medios para educarla son:
• Formación de la voluntad.
• Cuidar los detalles.
• Exigencia de los propios deberes sin necesidad de un vigilante.
• Automotivación.
• Puntualidad.
• Autocontrol de nosotros mismos.
• Cumplimiento de unos momentos fijos del horario todos los días.
• Ejercer la autoridad con justicia, sin miedo al rechazo.
• Establecer reglas claras y definidas sobre la base de verdaderos valores.
• Explicar el sentido de las reglas establecidas.
Los frutos de ser disciplinado son:
• Dominio de las pasiones.
• Señorío y control de nosotros mismos.
• Perseverancia en la vocación.
• Fuerza para lograr metas.
• Fuerza para superar las tentaciones.
Es una actitud que se caracteriza por la entrega que busca la felicidad de los demás sin condiciones de recibir.
Los medios para educar el verdadero amor son:
• Servicio constante.
• Sacrificio de los propios gustos. No supone renunciar a los propios principios.
• Motivación sobrenatural.
• Trato igual para todos.
• Servicio detallado. La caridad ostentosa no deja de causar sospechas.
• Servicio oculto. Dios que ve en lo oculto te recompensará.
• Hablar bien de todos y callar sus defectos.
Los frutos de practicar el verdadero amor son:
• Servicio auténtico a los demás, incluso a los que no saben agradecer.
• Control del egoísmo.
• Generosidad.
• Perdón a todos.
• Comprensión. No herir los sentimientos ajenos.
• Paciencia, cuando la gente no lleva tu paso.
• Sacrificio callado.
Los medios para educarla son:
• Conocimiento de los principios de la recta razón y del Evangelio por el estudio.
• Saber los fundamentos o razones que validan los propios principios.
• Valoración de los propios principios conociendo sus frutos.
• Defender razonadamente los propios principios.
• Experiencias para descubrir el valor de los propios principios.
• Autoexamen para analizar la fidelidad a nuestros principios.
• Seguir siempre los consejos de un buen confesor o director espiritual.
Los frutos de vivir la convicción son:
• Identidad en la personalidad, definición de los propios criterios de acción.
• Estabilidad emocional. Sentido de ubicación.
• Defensa ante influjos nocivos del ambiente.
• Continuidad en los trabajos porque actúa por razones.
Los medios para educarla son:
• Hablar en positivo.
• Expresión sincera y sentida del mensaje.
• Uso de lenguaje sencillo, claro y directo.
• Escuchar con interés haciendo pequeñas preguntas aclaratorias a quien nos habla.
• No interrumpir a quien nos habla.
• Dar la palabra a quien desea hablar.
• Conversar sobre temas de interés para los demás por encima de nuestro propio gusto.
• Narrar vivencias y hechos de vida por encima de las ideas o explicaciones teóricas.
• Expresión serena y clara.
• Gestos tranquilos de las manos, que acompañen, pero no suplan al lenguaje hablado.
Los frutos son:
• Comprensión mutua y sin malentendidos.
• Convivencia serena.
• Mejor solución de los conflictos normales.
• Transmisión clara y precisa del mensaje.
• Motivación mayor en quien nos escucha.
Los medios para educar el trato amable y cordial son:
• Saludos espontáneos y sinceros.
• Conversaciones amenas y respetuosas.
• Cede el lugar más importante y cómodo a los otros.
• Atiende al que llega.
• Sonreír de corazón a los demás.
• Examinar el propio comportamiento cada día.
• Aceptar las correcciones para rectificar nuestros defectos.
• Cultivar la expresión serena y amable del rostro.
Los frutos de un trato amable y cordial son:
• Amistad sincera.
• Trabajo más atractivo.
• Serenidad de espíritu.
• Facilita la comunicación.
• Detalle de caridad.
• Dignifica y eleva a la persona.
Los medios para educar la responsabilidad son:
• Fijarse metas y fechas para conseguirlas.
• Avisar cuando una dificultad frena un trabajo.
• Puntualidad.
• Prever dificultades o necesidades.
• Analizar el propio programa de trabajo y acomodarlos según nuevas necesidades.
• Tener orden en las propias cosas.
• Entregar todos los trabajos a tiempo y bien realizados.
• Distinguir lo bueno de lo mejor, para superarse y no frenarse en excesivos detalles.
• Comprometerse a lo que se puede, no a los milagros.
Los frutos de vivir la responsabilidad son:
• Avances en los propios deberes.
• Cumplir los compromisos adquiridos.
• Resultados mejores y más seguros.
• Seguridad ante las dificultades.
• Confianza en quienes dependen de la persona responsable.
Los medios para educarla son:
• Aseo y arreglo personal diario.
• Limpieza en los materiales de catequesis.
• Orden en la propia recamara.
• Vestir con sencillez y buen gusto.
• Apreciar la hermosura del arte y lo creado.
• Coser, planchar o desmanchar la ropa, aunque sea muy usada.
• Comer siempre con educación y buenas maneras.
• Respetar y tolerar a quienes descuidan su presentación.
Los frutos de ser limpios y de tener buena presentación son:
• Trato caritativo y de estima a los demás.
• Mostrar a los demás que nos importan.
• Testimonio de disciplina y esfuerzo.
• Higiene y salud.
• Cultivo del valor artístico.
• Educación de la sensibilidad y buen gusto.
• Facilita la comunicación y aceptación del mensaje que transmitimos.
• Dignifica y eleva a la persona.
Los medios para educar la constancia son:
• Cumplir siempre un compromiso, aunque exija disminuir el sueño, una diversión sana o algo de mucho interés.
• Tener un horario personal.
• Puntualidad.
• Preparar siempre las clases de catequesis.
• Concederse pocas excepciones en el trabajo.
• No abandonar nunca una misión sin la aprobación de la autoridad.
• Los frutos de vivir la constancia son:
Fortalecimiento de espíritu
• Voluntad firme
• Disminución del estrés
• Vivir en la virtud por la constante repetición del hábito operativo bueno.
10. Respeto. Es admitir diferentes criterios o costumbres a otros con el testimonio de los propios valores al mismo tiempo.
Los medios para educar el respeto son:
• Convicción en los propios criterios o costumbres.
• Solidaridad con el apoyo sincero a quienes lo necesitan, aunque tengan diferentes principios.
• No criticar a quienes siguen otros criterios.
• Vivir sinceramente los propios valores.
• Exigir respeto a quienes nos tratan con intransigencia.
• Defender con serios fundamentos los propios valores.
Los frutos de vivir el respeto son:
• Permitir el pluralismo necesario en la sociedad para que todos todos tengan las mismas oportunidades y puedan ejercer sus cualidades.
• No renunciar a los propios valores.
• Armonía social, porque se respeta el derecho de todos.
• Difusión de los propios valores por el auténtico testimonio.
• Desinterés sincero en el servicio a los demás.
11. Hablar lo bueno y callar lo malo. Es practicar la caridad de palabra difundiendo lo positivo y respetando los fallos ajenos.
Los medios para educarla son:
• Acudir a quienes tienen autoridad y pueden resolver los problemas.
• Resaltar los puntos positivos, disminuir o pasar imperceptibles los negativos.
• No creer sino el mal que se ve y procurar excusarlo.
• Recordar que también nosotros fallamos, aunque sea en otros puntos.
• Callar ante quienes critican o tratar de cambiar la conversación.
Los frutos de hablar lo bueno y callar lo malo son:
• Ganar/reforzar autoridad y confianza.
• Caridad purificada.
• Armonía comunitaria.
• Fuerte autocontrol.
• Motivar al bien.
• Facilitar la convivencia.
12. Obediencia. Es la virtud por la que una persona acepta como decisiones propias las de quien ejerce autoridad sobre ella por amor a Dios y con tal que no se opongan a la justicia.
Los medios para educar la obediencia son:
Se funda en la justicia y en la humildad. Es una demostración práctica del amor a Dios.
Obedecer motivadamente, por amor a Dios y a la comunidad.
Apoyarla en motivos adaptados a la madurez de la persona, e importantes para ella.
Descubriendo la bondad que hay en obedecer.
Mantener las reglas para que siempre la gente sepa lo que se espera de ella.
Los frutos de vivir la obediencia son:
Armonía social, porque se respeta la autoridad legítima.
Sacrificio cristiano de nuestra voluntad que sigue caminos de Dios diferentes al propio cálculo.
Unión de esfuerzos y mejores resultados bajo la dirección de la autoridad.