Tema 52-Demostración Histórica de que la Iglesia Católica es la Iglesia de Cristo

¿La Iglesia Católica fue fundada por Cristo?
Para demostrar el origen divino de la Iglesia se pueden seguir tres vías: la histórica, la de las notas o la de la trascendencia.
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org

Pregunta:
Apreciados amigos: En varias oportunidades en que he discutido con algunos conocidos que no son católicos, me han preguntado cómo puedo saber o probar que la Iglesia católica fue fundada por Jesucristo. Sinceramente, yo no supe hacerlo. ¿Me pueden decir si hay alguna forma de demostrarlo?

Respuesta:
Estimado:

Efectivamente, hay manera de probarlo. Una parte de la teología estudia precisamente estas cuestiones, y es llamada “apologética” (más concretamente una parte de ella conocida como “tratado de la verdadera Iglesia” –De vera Ecclesia). Me limito a señalar los pasos claves del proceso que se sigue (su desarrollo implicaría la explanación de todo el tratado, por eso añadiré una nota bibliográfica accesible para quien guste conocer mejor el tema).

Para demostrar el origen divino de la Iglesia se pueden seguir tres vías: la histórica, la de las notas o la de la trascendencia.

La llamada “vía histórica” comienza probando primero la misión divina de Cristo, y luego muestra que Cristo ha confiado la continuación de su obra redentora a una sociedad religiosa que es la Iglesia católica.
 Toda esta argumentación supone probado ya el valor histórico de los escritos del Nuevo Testamento, en particular los Evangelios; esto se hace en dos estudios previos o paralelos a éste (son los “tratados” sobre la posibilidad y hecho de la revelación -“De Revelatione”- y sobre el valor histórico de los evangelios -“De Sacra Scriptura” o “Introducción a la Escritura”; téngase en cuenta que no se afirma aún que estos textos sean revelados o inspirados por Dios; simplemente se determina que se puede confiar en ellos como documentos históricos). 
El método seguido, pues, en esta “vía” obliga a remontarse al pasado y si bien es árido, es muy firme y seguro y procede a través de tres pasos:

Primero demuestra que Jesucristo tuvo intención de fundar una Iglesia: se pone de manifiesto por la promesa de edificar la Iglesia (cf. Mt 16,18), la elección, instrucción y misión de los Doce Apóstoles (cf. Mc 3,13-19; Lc 6,12-17), la “nueva alianza” realizada en la Última Cena (cf. Mt 26,28 y paralelos), etc.

Segundo demuestra, usando los textos del Nuevo Testamento sólo como documentos históricos (no en cuanto inspirados por Dios), que Jesucristo fundó efectivamente una Iglesia y le dio una constitución y estructura determinada; la fundó sobre los apóstoles: enviándolos a predicar (Mc 3,14; Lc 9,2, etc.), con autoridad de regir en su nombre a todos los hombres y de administrar los sacramentos (Mc 16,16), particularmente el bautismo, la Eucaristía y el perdón de los pecados. Además prometió y efectivamente dio a un solo apóstol, Simón Pedro, la autoridad suprema para regir a la Iglesia Universal (cf. Mt 16; Jn 21).

Tercero muestra que Jesucristo instituyó esa Iglesia con voluntad de que perdurase hasta el fin del mundo y manteniendo la forma jerárquica con que la dotó en los tiempos apostólicos; esto se ve claramente en el hecho de ordenar a los apóstoles tener perpetuos sucesores en el triple oficio de enseñar, santificar y regir; lo cual, a su vez, se desprende de las promesas de Cristo sobre su Iglesia: las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (Mt 16), las parábolas del trigo y la cizaña (cf. Mt 13,39), el encargo a Pedro de confirmar a sus hermanos en el futuro (cf. Lc 22,31). Evidentemente Jesús está refiriéndose a tiempos en que sus apóstoles ya no estarían vivos; por tanto sólo pueden perdurar en sus sucesores. Esta sucesión se verifica en los obispos, sucesores de los apóstoles, y en el Papa, sucesor del Apóstol Pedro.

El segundo método es llamado “vía de las notas”, y consiste en analizar la voluntad de Cristo (nuevamente tal como aparece en los Evangelios en cuanto libros históricos) y ver qué características (o “notas” en el primer sentido que le da el Diccionario de la Real Academia Española: marca o señal que se pone en algo para reconocerlo o para darlo a conocer) quiso que tuviera la Iglesia por Él fundada. Estas notas son cuatro:
  • la unidad de régimen, de fe y de comunión;
  • la santidad de principios, de miembros y de medios de santificación;
  • la catolicidad o universalidad de misión, su permanente y simultánea difusión en todo el orbe, su predicación a toda clase de personas y razas, etc.;
  • finalmente, la apostolicidad, es decir, la continuidad de la misión apostólica (constantes sucesores de los apóstoles) hasta el fin del mundo.
Después de analizar las cuatro notas, se revisan los diversos “pretendientes” al título de “iglesia fundada por Jesucristo” (iglesia católica, diversas ramas de las iglesias ortodoxas, iglesias reformadas) y se ve cómo la única que realiza en plenitud sustancial las cuatro notas es la Iglesia Católica.

La tercera es la vía llamada por algunos “de la trascendencia” y por otros “vía empírica o analítica”. Parte del hecho de la Iglesia (católica), de su actividad y de su acción, tal cual se presenta directamente a todo hombre y el punto clave de este método es la demostración de que en la realidad histórica de la Iglesia se puede constatar la “intervención inmediata de Dios”. Este método se basa en último término en el milagro (el milagro presente en la vida actual de la Iglesia), de modo particular en:
  • la admirable propagación de la Iglesia a pesar de las dificultades, persecuciones y obstáculos; 
  • la milagrosa unidad católica;
  • la invicta estabilidad;
  • la eximia santidad y fecundidad de los santos.
Evidentemente, la exposición detallada de cualquiera de estas vías supone un desarrollo que excede las dimensiones de este breve artículo. Por eso sugiero la lectura de alguno de los clásicos estudios de apologética católica que cito a continuación.

Bibliografía:
  • Albert Lang, Teología Fundamental, Rialp, Madrid 1977, volumen II (supone en parte la lectura del volumen I sobre la Revelación, donde se habla de la historicidad de los Evangelios);
  • Hillaire, La religión demostrada, Difusión, Bs.As., 1964;
  • Vizmanos-Riudor, Teología Fundamental, B.A.C., Madrid 1963.


Las características de la Iglesia de Cristo
Autor: Catholic Answer
Fuente: Apologetica.org

En una reunión, en el momento de las preguntas, uno de los participantes se puso de pie y preguntó: «¿Cuál es el nombre de la Iglesia de Cristo, según el Nuevo Testamento?»

La persona a la que iba dirigida la pregunta le cuestionó a la vez: «¿Qué quiere decir?», ya que pensaba que la pregunta iba orientada a demostrar que la Biblia no usa el nombre de «católica» para la Iglesia. 
«¿Diría usted -continuo el que preguntaba- que el nombre de la Iglesia es ‘Iglesia de Cristo’? «Ciertamente -fue la respuesta-, podríamos llamar a la Iglesia ‘Iglesia de Cristo’, ya que de hecho es su Iglesia»
«Pues bien -continuó el interrogante- yo soy un ex-católico. Ahora soy ministro de la Iglesia de Cristo [una denominación protestante] que se reúne en la otra cuadra. El mismo nombre le dice claramente que la nuestra es la Iglesia de Cristo, la Iglesia verdadera«

El expositor no sabía bien que responder, pero no se impresionó mucho por esta lógica profunda… Iba a preguntarle -no lo hizo-: «Entonces si nosotros los católicos cambiamos el nombre de nuestra Iglesia por ‘Iglesia de Cristo’, ¿diría que la nuestra es la Iglesia fundada por Jesucristo?».

Pero si es imposible saber cuál es la Iglesia de Cristo partiendo de los cientos de miles de nombres de las denominaciones protestantes, entonces ¿cómo podremos saberlo? (En la edición de 1986 del conocido libro de referencia protestante «The Christian Source Book» -New York: Ballantine Books- se nos dice que existen más de 21,000 denominaciones y sectas, según el último recuento, y que aparecen anualmente unas 270 nuevas). Pues bien, la respuesta es que podremos saber cuál es la Iglesia fundado por Cristo examinando las características de una determinada iglesia. Las características que la Iglesia Católica puede ofrecer son las así llamadas «cuatro notas».

¿Qué es una «nota» (o característica)?
Tengamos presente que las «notas» deben contar con dos aspectos: 
En primer lugar, debe ser un signo exterior, visible. Si no se trata de algo visible no puede llamárselo signo, no es identificable. Es como el número de la casa donde se vive: es útil sólo si está en la parte de afuera y bien visible: si el número cuelga en una de las habitaciones de la casa, no sería ya un signo de su casa, no identificaría el lugar donde usted vive. En resumen, una nota debe ser evidente para todo el mundo, no puede esta escondida «debajo del celemín» (Mt. 5:15). Este es el primer aspecto de una «nota» de identidad.

En segundo lugar, la «nota» por la que identificamos algo debe ser esencial en esa cosa, en el caso de la Iglesia, algo sin lo cual la Iglesia no existiría. Los milagros, por ejemplo, que son una característica visible, no son esenciales a la Iglesia, y por lo tanto no son estrictamente hablando «notas» propias de la Iglesia. En cambio la unidad, la santidad, la catolicidad y la apostolicidad son visibles y esenciales, y esas son las cuatro notas de la Iglesia.
Cómo No presentar las notas
Antes de seguir adelante, recordemos la manera equivocada de tratar el tema. Este tipo de razonamiento no es sano: «Si Dios fundó una Iglesia, ella tiene que haber sido una, santa, católica y apostólica. La experiencia demuestra que la Iglesia Católica es una, santa, católica y apostólica. Luego, ella es la Iglesia que fundó Cristo».

En primer lugar, no es evidente que Dios haya tenido que fundar la Iglesia con esas cuatro características. Además, ese silogismo no prueba que otras iglesias no puedan mostrar también esas notas. Lo más que prueba es que, si Cristo fundó una Iglesia, y que si esa Iglesia todavía existe, y si ninguna otra iglesia tiene estas cuatro notas, entonces la Iglesia Católica es esa Iglesia.

Un argumento un poco mejor, aunque aún incompleto, es el siguiente: «Nuestro Señor dijo que su Iglesia sería una, santa, católica y apostólica. La Iglesia Católica es todo eso, luego debe ser la Iglesia que fundó Cristo».

El problema con este argumento es que habrá que hacer malabarismos con cada uno de los textos bíblicos que quiera usar para probarlo. «¿Dónde dice Cristo que su Iglesia debe ser ‘una’, ‘santa’, ‘católica’ -una palabra no usada en el Nuevo Testamento para referirse a la Iglesia- o ‘apostólica’ -tampoco aparece esa palabra-?» Además, este argumento podría servir para los cristianos, mientras que la misión de la Iglesia se dirige a todos los hombres, de tal modo que las «notas de la Iglesia» deben convencer también a los no cristianos.

Cómo razonar con las notas de la Iglesia
Hemos señalado las características de la Iglesia, pero no hemos mencionado aún cómo deben ser usadas. El método correcto de argumentación es el siguiente: Comencemos con que la existencia de la Iglesia Católica es un hecho, existe, cosa que aceptaría su más empedernido enemigo (¿existirán enemigos de algo inexistente?). Entonces considere las cuatro notas como algo que conocen o pueden conocer todos los hombres, tomados en general. Explique el contenido de las notas.

En primer lugar, haga la explicación más gráfica posible, pues no es necesario tan solo mencionarlas: eso no convencería a nadie. Cuando le hable a un no-católico sobre la unidad o universalidad de la Iglesia, pinteles todo un cuadro de lo que usted quiere decir. De ejemplos concretos, de tal manera que ellos sepan de que se esta hablando.

Haga lo mismo cuando hable de la santidad de la Iglesia. No se trata de escudriñar la conciencia de las personas de la Iglesia, cosa que no se puede hacer y no viene al caso.

Hay hacer notar la santidad de la doctrina de la Iglesia (que no es fácil de seguir, exigente, más elevada que la de otras Iglesias -se puede poner como ejemplo Humanae Vitae, o Veritatis Splendor, alturas a las que otras iglesias ni siquiera aspiran), la santidad de los medios para alcanzar la perfección (los sacramentos), y sobre la extraordinaria santidad de miles y miles de personas, los santos (solo en la Iglesia se encuentra tal plenitud de virtudes heroicas).
Apostolicidad
Cuando se trata el tema de la apostolicidad, hay que hacer notar la sucesión ininterrumpida, históricamente demostrada, de los obispos de la Iglesia Católica con respecto a los Doce Apóstoles, en particular con el obispo de Roma. Haga resaltar el espíritu misionero de la Iglesia en todas las edades, y no solamente desde el siglo XIX, como las iglesias protestantes.

Si usted hizo una buena descripción de la notas, no habrá dudas sobre su existencia. Entonces tendrá que probar qué cosa ellas demuestran.

Unidad milagrosa
Échele otro vistazo a la unidad y catolicidad -universalidad-, que pueden ser consideradas en conjunto. La clave aquí está en los milagros, ya que estas características son, precisamente, milagrosas. No podríamos catalogarlas de otro modo: la Iglesia ha sido una por dos mil años, enseñando una sola cosa.

Es muy cierto que algunos cristianos, tomados individualmente, han dañado esa unidad de una u otra manera, frecuentemente a la manera de las sectas que se separaron de la Iglesia. Pero la Iglesia como tal ha permanecido siempre una, no obstante el número de individuos que se alejaron de esa unida.

(Nota: Es conveniente y bueno rezar por la unidad de los cristianos, pero no por la unidad de la Iglesia Católica. La Iglesia ha estado siempre unida, es decir, ha sido una. Rezar por esta unidad, como si se hubiera dividido en varias ramas, es, hablando propiamente, herético. Rezar por la unidad de las iglesias cristianas, que en última instancia significa no otra cosa que la re-unión con la ya una Iglesia Católica, es perfectamente apropiado.)

¿Por qué no desaparecieron?
La catolicidad o universalidad de la Iglesia es algo imposible de explicar por razones naturales. Durante diecinueve centurias, si la Iglesia no hubiese sido milagrosamente protegida por Dios, debería haberse destruido, o incluso desaparecido, y no una, sino varias veces. Hubiera sido detenida antes de comenzar a extenderse (ver Hechos 5:34-39).

No se puede explicar su duración y extensión por el hecho de que tuvo papas políticamente astutos, por la sencilla razón que la mayoría de los papas era ineptos en lo político. Cuando hable con un no-católico hágale ver cuan sobre-humana debe ser tal unidad y catolicidad. (Si la persona con la que habla es protestante, recuérdele Mateo 16:19, 28:20, Juan 14:16).

Una cadena sin eslabones perdidos
Hable entonces de la apostolicidad. Esto demuestra que la Iglesia de hoy es una con la Iglesia de los Apóstoles. Explique de que se trata el asunto señalándole eslabones de esa sucesión, para que su interlocutor sepa de que se trata y de que no se trata: no es necesario tener los documentos de todos los obispos del mundo y quien los consagró hasta los Apóstoles. Basta con la certeza moral de que no hubo momentos en la historia en los que no existía esa sucesión. En general este es un hecho que nadie discute, y que apela de manera particular a los demás cristianos.

¿Qué nos sugiere la santidad de la Iglesia?
La última nota de la que debe hablar es la santidad. Demuéstreles que la santidad evidente de miles de santos nos habla de la santidad de la Iglesia, de la cual ellos sin duda recibieron la fe y la santificación.

Note que hasta el momento usted no debió citar el Nuevo Testamento, por el muy buen motivo de que la Iglesia existió antes que una letra del Nuevo Testamento fuera escrita en los Evangelios, cartas, etc. Lo mismo se diga de las notas de esa Iglesia: las características de la Iglesia no dependen del Nuevo Testamento y no se pueden probar con él -ellas existieron antes-, pero sí se pueden explicar con él.

Aunque las notas por sí mismas pueden ser definitivas para un ateo, para un cristiano «evangélico» podría ser útil terminar con citas de la Escritura, pero nunca se debe comenzar con ellas. Si lo hace, se encontrará en la penosa tarea de explicar el significado de cada texto, cosa que puede perfectamente evitar si primero esclarece el significado de las notas.


Fuente: Defiendetufe.org
Pregunta:
¿Da lo mismo ser cristiano protestante que cristiano en la Iglesia de Cristo: La Católica?
¿Es importante estar en ella? ¿Ser cristiano católico es un orgullo?
¿ Que pensaron los primeros cristianos sobre esto?

Respuesta:
Somos CATOLICOS y Orgullosos de ello

«Cristiano es mi nombre, y Católico mi apellido. El primero me denomina, mientras que el otro me instituye específicamente. De esta manera he sido identificado y registrado… Cuando somos llamados Católicos, es por esta forma, que nuestro pueblo se mantiene alejado de cualquier nombre herético.»
San Pacián de Barcelona, Carta a Sympronian, Año 375 Después de Cristo.

«Siempre mantente cerca de la Iglesia Católica, porque ella sola te puede dar una paz completa, ya que ella sola tiene a Jesús en el Sagrado Sacramento, el verdadero Príncipe de la Paz.»
Bendito Padre Pío…

«Es porque Jesús es el centro de la evangelización que la Iglesia se adhiere obstinadamente y rígidamente al mensaje tradicional de El. Es por esta razón que ella no acepta modernismos ni fraternización con el espíritu del momento.»
Karl Adam, El Espíritu del Catolicismo…

«La Iglesia Católica comprende a sus antagonistas, pero éstos no entienden a la Iglesia Católica.»
Hilaire Belloc, las Grandes Herejías…

«Mientras los protestantes estudian el menú (la Biblia), los Católicos nos gozamos la cena.» 1 Cor 11,23-27 Jn 6,48-69

Dr. Scott Hahn… Ex ministro evangélico
«Los Dogmas de la Iglesia Católica están conectados entre sí. Si uno es rechazado, como la infalibilidad del Papa, entonces todos los demás son rechazados.»
Fr. Trujillo…

«Aquí tenemos la conjetura analógica. Dispare un tiro Protestante y uno Católico a una pared. La dispersión obtenida serán las opiniones de los que dispararon identificándolos como liberales, conservadores, etc. Con los Católicos, siempre sabemos quién está en el centro, el Papa y su Magisterio. Con los protestantes, como podemos determinar quién está en el centro?»
Marcus Grodi, ex-Ministro Protestante, ahora Católico.

«Para aquellos que difunden mentiras acerca de la Iglesia Católica: su ignorancia es la falta de educación, su odio es su sabiduría, y su verdad es falsedad.»
Autor Desconocido…

«Los Heréticos expulsados traen a cabo esto cuando por su propio deseo se separan de la Iglesia, una separación, que como ellos bien saben, constituye castigo eterno.»
San Jerónimo Comentarios acerca de Titus, 3,10 Año 386 Después de Cristo.

«Donde está Pedro, ahí encontramos a la Iglesia.»
San Ambrosio de Milán, En Doce Salmos Año 381 Después de Cristo.

«Un hombre Cristiano es Católico mientras vive en el cuerpo; separado, es un herético; el Espíritu no sigue a un miembro amputado.»
San Agustín…

«Es contradictorio que un Protestante acepte la Biblia y rehusé aceptar la autoridad de la Iglesia Católica que fué la que se la facilitó.»
Anónimo…

«Al atacar la Iglesia Católica, los protestantes cortan sus propias raíces.»
Autor Desconocido…

«Las Iglesias protestantes tienen himnos y oraciones. Las Iglesias Católicas tienen himnos, oraciones, y sacrificio Lc 22,19.»
Dr. Scott Hahn… Ex pastor evangélico convertido al catolicismo.

«Un protestante no debe citar ninguna de las Sagradas Escrituras, ya que él no tiene modo de saber a que libros puede referirse; A menos que, él quiera aceptar la autoridad de la Iglesia Católica para ello.»
Fr. William Most…

«Si usted lee la Biblia con ojos Católicos, cosas empezarán a irrumpir en su mente.»
Autor Desconocido…

«Todos tenemos que seguir la dirección del obispo, como Jesús Cristo siguió las del Padre; obedezcan al presbítero como si obedecieran a los Apóstoles; muéstrenle reverencia a los diáconos como se lo mostrarían a los Mandamientos de Dios. No permitan que nadie toque la Iglesia, aparte del obispo. Acepten que la celebración de la Eucaristía sea considerada válida cuando es celebrada por el obispo o alguien a quien él se lo ha encargado. Donde el Obispo haga presencia, que la gente también comparezca, igual como donde esté Jesucristo, igualmente estará la Iglesia Católica. Sin la autorización del Obispo no hes permitido bautizar o concertar una fiesta de caridad; pero entiendan que lo que él apruebe , Dios lo bendecirá. Por tanto, todo lo que ustedes hagan, será comprobado contra peligros y válido.»
San Ignacio de Antióquia, Carta a los Smyrneans, Año 107 Después de Cristo.

«Por lo que se ha dicho, se me es claro a mí que la verdadera Iglesia, esa que es verdaderamente antigua, es una; y en ella son miembros todos aquellos quienes, de acuerdo con un pre-convenio, son justos… Igualmente, decimos que en substancia, concepto, origen y en eminencia, la antigua e Iglesia Católica están solas, mientras recogen la unidad de la única fe lo cual resulta de alianzas familiares, – o mejor dicho, de una alianza de épocas diferentes, por el poder de DIOS y a través de nuestro Señor, – aquellos que hubieran sido escogidos, aquellos predestinados por DIOS quien sabía Después de la fundación del mundo que ellos serían justos.»
San Clemente de Alexandria, Stromateis, Año 202 Después de Cristo.

«Por tanto, es la Iglesia Católica solamente, quién retiene un culto verdadero. Esta es la fuente de la verdad; ésta, el domicilio de la fé; ésta es el templo de DIOS. Quién no entre allí o quién no sale de aquí, es un extraño a la esperanza de la vida y salvación… No obstante, debido a que varios grupos de heréticos están seguros de que son Cristianos, y creen que su iglesia es la Iglesia Católica, más vale clarificar que: es en la verdadera Iglesia, donde hay confesión y penitencia, y donde se toma un saludable cuidado de los pecados y heridas a la cual eslá expuesta la carne débil.»
Lactantius, Las Instituciones Divinas, Año 304 Después de Cristo.

«Tomemos nota que la tradición, enseñanzas, y fé de la Iglesia Católica que desde el principio el Señor proporcionó, fué predicada por los Apóstoles, y preservada por los Padres. Este fué el fundamento de la Iglesia; y si alguien se aparta de esto, éste no es, ni debe ser llamado Cristiano.»
San Atanasio, Carta a Serapión de Thmuis, Año 359 Después de Cristo.

«Yo creo en el Evangelio porque fue autorizado por la Iglesia Católica.»
San Agustín de Hippo, En contra de la Carta de Mani, Año 397 Después de Cristo.

«Esta Iglesia es Sacra, la Única Iglesia, la Iglesia Verdadera, la Iglesia Católica, combatiente siempre contra toda herejía. Ella puede pelear, pero no puede ser vencida. Todas las herejías son expulsadas de ella, como los ramas inservibles son podadas de la vid. Ella se mantiene arraigada en sus raíces, en la vid, en su amor. Las puertas del infierno jamás podrán vencerla.»
San Agustín de Hippo, Sermón a los Catecúmenos acerca del Credo, 6,14, Año 395 Después de Cristo