¿Tomarse o no las manos durante el Padrenuestro?


Henry Vargas Holguín

Estas prácticas no están explícitamente prohibidas en el misal pero tampoco corresponden a una sana Liturgia

La práctica de tomarse de las manos a la hora de rezar el Padrenuestro viene del mundo protestante.

La razón es que los protestantes, al no tener la Presencia Real de Cristo, es decir, al no tener una comunión real y válida que los una entre sí y con Dios, apelan al gesto de tomarse de la mano como momento de comunión en la oración comunitaria.

Nosotros en la misa tenemos dos momentos importantes: la Consagración y la Comunión.

Allí –en la misa- es donde está nuestra unidad, allí es donde nos unimos a Cristo y en Cristo por el sacerdocio común de los fieles; y lo de cogerse la mano es una distracción de eso. Los católicos nos unimos en la Comunión, no cuando nos cogemos de la mano.

No hay nada en la Instrucción General del Misal Romano que indique que la práctica de cogerse las manos tenga que hacerse. En la misa cada gesto es regulado por la Iglesia y sus rúbricas.

Es por esto que tenemos partes particulares de la misa en las que nos arrodillamos, partes en las que nos levantamos, partes en las que nos sentamos, etc., y no hay mención alguna en las rúbricas que hable de que nos tengamos que coger de la mano al rezar el Padrenuestro.

Por tanto evítese esta práctica durante la celebración de la misa. Ahora bien, si alguien quiere hacerlo lo haga (a modo de excepción) con alguien de absoluta confianza, sin forzar a nadie, sin incomodar a nadie y sin ánimo de que ésta práctica se convierta en norma litúrgica para todos.

Hay que tener en cuenta que no todo el mundo quiere coger la mano al vecino, y tratar de imponerlo resulta un momento incómodo en detrimento de la oración, de la piedad y del recogimiento.

Otra cosa muy diferente es la oración comunitaria fuera de la misa; cuando se reza fuera de la misa no habría oposición alguna si se coge de la mano a alguien pues es un gesto muy emotivo y simbólico.

Ésta, como otras aitudes, no es otra cosa que la exaltación del sentimiento. El estar en comunión con alguien no está tanto en coger a alguien de la mano al rezar el Padrenuestro, sino más bien en el hecho de estar confesado, en el hecho de estar en estado de gracia, y, sobre todo, en el estar preparado para la Eucaristía.

Si el gesto de tomarse de la mano fuera necesario o importante o conveniente para toda la Iglesia, los obispos o las conferencias episcopales ya hubieran mandado desde hace mucho tiempo una petición a Roma para que se implantara esta práctica. No lo han hecho ni creo que lo hagan nunca.

Otra cosa que se ve mucho cuando se reza el Padrenuestro es que la gente levante las manos como hace el sacerdote. Pero no corresponde a los laicos durante la misa hacer los gestos reservados para el sacerdote, como tampoco pronunciar las palabras u oraciones del sacerdote confundiendo el sacerdocio común con el sacrificio ministerial.

Sólo los sacerdotes extienden sus manos y lo mejor es que los fieles permanezcan u oren con las manos juntas pues la fe interior es lo que cuenta, es lo que Dios ve.

Los gestos externos en la misa por parte de los sacerdotes son para que los fieles -en primer lugar- vean que el sacerdote es el hombre designado que intercede por ellos.

El extender los brazos en la oración era ya habitual en la Iglesia primitiva pero en el contexto de un círculo de oración, o en la oración en privado o en otro encuentro no litúrgico.

Los gestos en misa son precisos tanto en el sacerdote como para los fieles; cada uno hace lo suyo y los fieles no deben copiar los de los sacerdotes. Los gestos de los fieles en misa son sus respuestas, su canto, sus posiciones.

Tanto coger de la mano a alguien como alzar la mano al rezar el Padrenuestro son, en los fieles, prácticas no litúrgicas que si bien no están explícitamente prohibidas en el misal tampoco corresponden a una sana Liturgia.

Los fieles no deben repetir ni con palabras ni con acciones lo que diga y haga el sacerdote cuya función es presidir la asamblea litúrgica.

Cómo rezar el Padre Nuestro en Misa

P. Modesto Lule

Durante la Misa cuando se reza el Padre Nuestro el sacerdote invita al pueblo reunido a rezar la oración de Señor. El Misal únicamente dice que el sacerdote y los concelebrantes extienden las manos. En ninguna parte indica que lo hagan los fieles. Ni en ese lugar, ni al hablar de
los gestos y posturas del pueblo. Tampoco prevé que se tomen de las manos los fieles. Eso se ha realizado a título personal por algunos sacerdotes que se apegan a un supuesto recurso pastoral para acercar más a los fieles a la liturgia. Lo cierto es que al caer en este tipo de actos nada les garantiza que la gente vaya más a Misa.

La Instrucción General del Misal Romano en su número 152 dice: “Terminada Plegaria Eucarística, el sacerdote con las manos juntas, dice la monición antes de la Oración del Señor; luego, con las manos extendidas, dice la Oración del Señor juntamente con el pueblo”.

Algunos han expuesto que si dice que solamente el sacerdote que preside puede levantar las manos al rezar la oración de Jesús los sacerdotes concelebrantes no pueden, pero la Instrucción General también indica que los sacerdotes concelebrantes pueden levantarlas también, no así los diáconos, aunque sean clérigos. La Instrucción General del Misal Romano en su número 237 dice: “Después, con las manos juntas, el celebrante principal dice la monición antes de la Oración del Señor, y en seguida, con las manos extendidas, juntamente con los demás concelebrantes, quienes también extienden las manos, y con el pueblo, dice la Oración del Señor”.

Si una Conferencia Episcopal considera que deben de extender las manos, puede solicitarlo a la Santa Sede. Mientras eso no se haga ni se autorice, como no ha sido, no hay norma que establezca esa postura de los fieles. La Instrucción General del Misal Romano dice en su número 390: “Corresponde a las Conferencias de Obispos definir las adaptaciones que se indicarán en esta Institución General y en el Ordinario de la Misa, y una vez aprobadas las actas por la Sede Apostólica, introducirlas en el Misa, como son:

— Los gestos de los fieles y las posturas corporales (cfr. antes n. 43)
— Los gestos de veneración referentes al altar y al Evangeliario (cfr. antes n. 273).
— Los textos de los cantos de entrada, de preparación de los dones y de la Comunión (cfr. antes núms. 48; 74; 87).
— Las lecturas que deben ser tomadas de la Sagrada Escritura para circunstancias especiales (cfr. antes n.362).
— La forma de dar la paz (cfr. antes n.82).
— El modo de recibir la sagrada Comunión (cfr. antes núms. 160; 283).
— El material del altar y de los utensilios sagrados, especialmente de los vasos sagrados y, además, el material, la forma y el color de las vestiduras litúrgicas (cfr. antes núms. 301; 326; 329; 339; 342-346).

Más aun, podrán ser incluidos en el Misal Romano, en un lugar adecuado, con previa aprobación de la Sede Apostólica, los Directorios o Instrucciones Pastorales que las Conferencias de Obispos juzguen útiles.[150]”

En la liturgia se prevé la participación corporal con gestos y posturas: en pie, de rodillas, sentados e incluso postrados al suelo, como los viernes santos o cuando son las ordenaciones sacerdotales. Algunas posturas y gestos corresponden al sacerdote quien preside la asamblea en nombre y persona de Jesucristo a quien representa y otras posturas corresponden propiamente al pueblo de Dios que participa de la celebración. Lo correcto es que cada uno haga lo que le corresponde y sólo lo que le corresponde y que nadie escoja lo que quiera hacer como por mero gusto personal.

Algunos han señalado que se puede juntar las manos y llevarlas al pecho al momento de rezar el Padre Nuestro, pero eso tampoco se refleja en la Instrucción General del Misal Romano. Ante la cuestionante de como rezarlo simplemente reza sin ningún gesto corporal así como cuando rezas el Credo. Y otra cosa que también se cuestiona mucho, esta instrucción para el Padre Nuestro es solamente para cuando se reza en Misa, fuera de la Misa levanta las manos o toma las manos de los que están cerca o júntalas y llévalas al pecho siempre y cuando con esa acción se genere piedad y nada de excentricismos.