El monje no debe poseer nada-4

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21 Los ancianos contaban que un hortelano trabajaba su huerto y todo lo que ganaba lo distribuía en limosnas. Sólo guardaba lo necesario para alimentarse.

Más tarde, Satanás se infiltró en su corazón, diciendo: «Guarda para ti algún dinero, para que cuando envejezcas o caigas enfermo puedas atender a tus necesidades». Y se puso a ahorrar llenando de monedas de oro un cántaro.

Cayó enfermo y se le engangrenó un pie. Gastó en médicos todo lo que había guardado pero no le aprovechó nada. Vino más tarde un médico famoso y le dijo: «Si no te cortan el pie se pudrirá». Y señalaron el día para la operación.

Pero la noche anterior, volviendo en sí, se arrepintió de lo que había hecho, gimió y lloró diciendo: «Acuérdate, Señor, de mis buenas obras de otro tiempo, cuando trabajaba en mi huerta para socorrer a los pobres».

A estas palabras, se le apareció el ángel del Señor y le dijo: «¡He pecado, Señor! Perdóname y no lo volveré a hacer».

Entonces el ángel le tocó el pie y sanó al punto. Y levantándose de madrugada se fue al campo a trabajar.

El médico, según lo convenido, vino con su instrumental para cortarle el pie. Y le dijeron: «Salió de mañana a trabajar en su huerto».

Extrañado el médico fue a la huerta donde su paciente estaba trabajando. Y viéndole cavar la tierra glorificó a Dios que le había devuelto la salud.



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22 Un hermano preguntó a un anciano: «¿Me permites guardar dos monedas de oro para el cuidado de mis enfermedades?».

El anciano vio que su deseo era guardarlas, y le dijo: «Bueno».

Vuelto a su celda, el hermano se sintió intranquilo, y se preguntó:
«¿Crees que el anciano dijo la verdad o no?».

Y volvió de nuevo a la celda del anciano y arrepentido le rogaba insistentemente: «En el nombre del Señor, dime la verdad, pues estoy atribulado a causa de ese dinero».

El anciano le respondió:
«Te he dicho que lo guardaras porque he visto que ése era tu deseo. Sin embargo, no es bueno guardar más de lo que el cuerpo necesita. Si guardas esas dos piezas de oro, en ellas pones tu esperanza, y si las pierdes, Dios no se ocupará de ti. 
Depositemos en Dios nuestros cuidados, pues él cuida de nosotros"