Autor: J. Salvador Hernández
La Promoción catequética
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5. La Promoción Catequética
La historia de los mecanismos que mueven la catequesis actual nació en el Concilio de Trento. Los Padres conciliares desearon estimular la catequesis. Y propusieron crear escuelas para los niños en las parroquias. Como todos proyectos, tuvo sus ventajas y sus inconvenientes. Como ventajas, se impulsó la educación de la fe de los niños; además, ante el empuje protestante, la escuela parroquial de catequesis garantizaba una doctrina más cercana a la Iglesia Católica. Los inconvenientes fueron descuidar un poco la catequesis de adultos y la catequesis familiar. Es decir, los papás se fueron acostumbrando a llevar a sus hijos a la escuela parroquia y, en cierta manera, a despreocuparse, dejando la catequesis en manos de los sacerdotes y religiosas.
Pero el mundo ha cambiado. Hasta hace pocos decenios, los papás se preocupaban de que sus hijos fueran a recibir el catecismo. Hoy, en un mundo más lejano de Dios, hay muchos católicos alejados de la vida eclesial. ¿Quién les educará en la fe, si ellos no tocan a la puerta de la parroquia?. Es urgente salir de nuestra atmósfera religiosa y recorrer las calles de nuestras ciudades poco creyentes; llamar a las puertas de las familias bautizadas y no evangelizadas; buscar a las personas sin esperar a que lleguen hasta nuestra oficina parroquial.
Por eso, toda actividad evangelizadora debe tener una primera etapa de promoción. Es decir, debemos promover nuestros proyectos y nuestras actividades para asegurar que vienen las personas que lo necesitan. De lo contrario, estaríamos "salvando a los que ya están salvados", como decía simpáticamente un diácono permanente. Es obvio que todos necesitamos la salvación. Pero hay personas que se hallan más alejadas de Dios o de las actividades eclesiales que otras.
De todos modos, recordemos que la acción evangelizadora nunca es una acción de publicidad y propaganda meramente humana. La acción más fuerte e importante es el testimonio del cristiano. Por eso, nada puede sustituir el encuentro directo de persona a persona para invitar a una actividad de catequesis o de evangelización.
A. Diversas formas de promoción catequética.
No basta con programar bien los cursos que vamos a dar. También debemos salir a la calle a buscar nuevos alumnos para nuestras actividades evangelizadoras. Vamos a llamar actividades de promoción a todas las acciones que sirven para atraer más personas a los cursos de evangelización y catequesis.
Si queremos realizar una evangelización de carácter misionero, debemos trabajar para atraer, sobre todo, a los alejados. Sabemos que la catequesis tiene como un objetivo importante incorporar viva y activamente al cristiano en la vida de su comunidad. No se trata sólo de lograr la conciencia, en cada catecúmeno, de pertenecer y responsabilizarse con su comunidad. Se trata también de acercar a las ovejas lejanas al redil de Cristo. Por eso, debemos luchar mucho por organizar buenas actividades de promoción que permitan educarse en la fe a tanta gente necesitada.
Las actividades de promoción forman parte de todo un programa de evangelización o catequesis. Pero conviene elegirlas y prepararlas con detalle. Sugerimos diversas actividades de promoción. Muchas de ellas ya fueron presentadas como medios de promoción para la primera evangelización para los cristianos alejados. Nosotros las presentamos ahora con un matiz más general, para entrar en contacto con muchos cristianos y facilitar la promoción y asistencia del mayor número a los cursos de evangelización y catequesis:
a) Misiones de evangelización:
Son actividades a suscitar el interés por la fe y fortalecer la fe de una comunidad entera, sea una colonia. un rancho o toda una parroquia. Estas misiones de evangelización tienen un marcado carácter de promoción, pues permiten entrar en contacto con muchas personas que viven alejadas de la práctica eclesial y motivan mucho a impulsar la vida cristiana. Es decir, resulta sencillo tener más alumnos en cursos de catequesis después de crear un ambiente motivador y comprometedor por la misión.
Una misión de evangelización exige estos elementos:
- Asegurar la participación del párroco, tanto en la preparación como en su acción ministerial durante la misión (Misas, confesiones, etc.)
- Disponer de un grupo de misioneros (diez o quince jóvenes de grupos parroquiales o catequistas) que dirijan y animen las actividades. Deber n tener una buena preparación y motivación.
- Organizar la publicidad y hacer avisos desde varias semanas antes: colocar cartelones en las esquinas de las calles, avisar en la Misas, etc.
- Programar las actividades: visitas de casa en casa durante las mañanas para dar una atención personal a las familias, invitar a las actividades y hacer un censo parroquial; Misas, Paralitúrgias y celebraciones; Rosario de la Aurora; reuniones de niños, de adolescentes, de parejas, etc.
- Preparar los materiales necesarios: pósters, papelería, listas para censo, posibles estampas, etc.
- Definir cuáles puntos interesan al párroco para el censo.
- Una buena misión puede realizarse en tres o cuatro días.
Este planteamiento de una misión puede parecer costoso de tiempo, personas y dinero. Es verdad. Pero tengamos en cuenta que todo tiene solución en esta vida. El tiempo es el contributo que nosotros vamos a ofrecer como servicio a la Iglesia. Las personas debemos buscarlas entre los grupos parroquiales y personas que hacen apostolado en la parroquia. Y el dinero debemos buscarlo por la contribución de la parroquia u organizando alguna actividad que nos proporcione algunos fondos. Pero recordemos que el dinero nunca debe ser obstáculo para frenar la evangelización. Y lo que necesitamos no es mucho: un poco para estampas o algunas hojas fotocopiadas.
b) Celebraciones de la Religiosidad popular.
Las personas participan comúnmente con intensidad en las procesiones, los novenarios, las peregrinaciones o las tradiciones locales. Pero no siempre ponen especial atención al compromiso cristiano que les pide esa celebración. El evangelizador puede despertar este compromiso precisamente a partir de los ritos y mecanismos de la celebración misma. Y es ahí donde puede presentar la conveniencia de dar continuidad a la celebración con un curso más serio y programado.
El trabajo de la invitación persona a persona y de la motivación a mantener el compromiso de fe que tiene la celebración, son los dos mecanismos que dar n mejor resultado para que la religiosidad popular sea un buen medio de promoción.
c) Celebraciones paralitúrgicas:
Hay celebraciones que preside el laico porque el sacerdote no puede estar presente. Las personas que asisten a estas celebraciones tienen interés por crecer en su fe. Es muy interesante utilizarlas para promover e invitar a los cursos de evangelización y catequesis. Incluso, puede realizarse la catequesis antes o después de la celebración. He aquí algunos ejemplos de paralitúrgias:
- paralitúrgias de la Palabra, especialmente los domingo o fiestas.
- paralitúrgias penitenciales, sobre todo en Adviento y Cuaresma. Pueden ser salmos penitenciales con oraciones de petición y cantos; puede ser un Via Crucis; puede ser una letanía especial, etc.
- paralitúrgias navideñas, como las pastorelas o posadas.
- paralitúrgias de oración, como el rosario, una procesión, etc.
Muchas veces, las paralitúrgias forman parte de las celebraciones de religiosidad popular. En cierta manera, son dos actividades muy parecidas y se pueden intercambiar las sugerencias que hemos dado para unas y para otras.
d) Celebraciones litúrgicas masivas.
Las celebraciones patronales, la festividad de la Virgen de Guadalupe, la llegada del nuevo Obispo... provocan la asistencia de muchas personas a alguna ceremonia litúrgica. No suele ser muy efectivo comprometer a las personas en esos momentos para un curso de evangelización y catequesis. Pero puede servir para darlo a conocer. Los avisos que suelen darse en estas ocasiones suelen resbalar sobre las personas, pero llevan la información a la mayoría. Después, ser más fácil explicar e invitar directamente a los cursos.
e) Peregrinaciones.
Muchos fieles descargan toda su devoción en la peregrinación anual. Y muchos de ellos no llegan a comprometer su fe más allá de algunos aspectos morales o rituales de su fe. Las peregrinaciones son una excelente oportunidad para hacer ver a los cristianos la necesidad de formarse y dar solidez a su fe. Puede realizarse una catequesis directa durante la peregrinación, sobre todo si se puede disponer de un megáfono para explicar algunos elementos de la fe durante las pausas nocturnas y, sobre todo, una vez llegados al destino.
Para darle continuidad, la labor de convencimiento para asistir a un curso necesita una atención más personalizada y directa cuando termine la peregrinación, como sucede con toda actividad masiva. Pero ayuda mucho escribir los nombres y direcciones de las personas que expresan su interés por tener un curso posterior.
f) Actividades presacramentales
Muchos católicos acuden a las actividades presacramentales por compromiso u obligación. Además suelen ser actividades muy cortas, sin profundidad por falta de tiempo. Por eso, puede ser una fuente natural para obtener personas para nuestros cursos de catequesis. Así pues, las pláticas prebautismales pueden ayudarnos a obtener parejas que necesiten una catequesis de adultos; las pláticas prematrimoniales pueden motivar a los jóvenes a un curso sobre la vida cristiana; y los cursos de preparación a la primera comunión o confirmación pueden tener continuidad con la catequesis de perseverancia.
g) Teatro leído o actuado.
Es muy difícil realizar el teatro actuado. Exige trabajo y dinero para disponer de vestuarios, escenarios... Pero es mucho más sencillo organizar el teatro leído. Consiste en un grupo de personas que leen una obra de teatro, participando cada una como uno de los personajes de la obra. No necesita memorizarse, ni vestuario, ni gastos especiales. Sólo requiere personas que lean con vitalidad y adaptándose al tono del personaje que personifican. Se sientan en un estrado con un cartelito delante que presenta el nombre de su papel. Y eligiendo obras de fuerte sentido cristiano, precediéndolas y concluyéndolas con una buena explicación, pueden motivar a muchas personas a participar en nuestros cursos, sobre todo a quienes no suelen acercarse a las actividades religiosas.
La motivación para asistir al curso puede hacerse sencillamente: se dice, antes de iniciar y después de concluir la lectura, que la obra ha sido organizada como introducción al curso que se va a impartir. Puede reforzar mucho la motivación si el tema de la obra leída toca directamente la temática del curso, pues se puede discutir con los asistentes al teatro leído las impresiones de la obra y provocar más interés por el curso que va a iniciarse.
h) Visitas a enfermos:
La enfermedad aumenta nuestra sensibilidad. Y nos hace pensar más en el mundo del más allá. Los enfermos no pueden asistir a los cursos. Y muchos de sus parientes tampoco, porque deben cuidarlos. Pero la visita a los enfermos, tanto en sus casas como en le hospital, puede ser un medio muy útil para hacer ver a las personas la necesidad de mejorar su formación en la fe.
La sociedad menos religiosa que nos rodea aleja a muchas almas de la participación en la vida eclesial. Pero su fe late interiormente. Por eso, es fácil encontrar muchas personas en los hospitales deseosas de recibir más alimento espiritual. No visitar n la parroquia para solicitar apoyo para su fe. Pero agradecer n una visita que les deja el pan de la Palabra. ¿Cuántas sectas fundamentalistas captan miembros para sus comunidades en los hospitales?
No es una tarea que aporte resultados de inmediato. Pero deja muchas semillas sembradas. La mejor forma de realizar esta labor es una visita que finalice en alguna sugerencia para vivir la enfermedad más cristianamente y una invitación para formar su fe posteriormente en algún curso de evangelización. Podríamos dar las mismas sugerencias, debidamente acomodadas, que daremos para las visitas de casa en casa.
i) Grupos de animación litúrgica:
Es común encontrar grupos parroquiales comprometidos seriamente con la actividad litúrgica de la parroquia... que no tienen ni una catequesis básica. Podemos verlo en coros, miembros cofradías, etc. Son excelentes candidatos para recibir un curso de evangelización, tanto por su disposición a vivir cerca de la fe como por su acción pastoral.
Además, los grupos de animación litúrgica suelen atraer a otras personas, sobre todo jóvenes, que se convierten en nuevos candidatos para asistir a los cursos.
j) Encuentros de adolescentes.
Las ocasiones en que los adolescentes llegan a la vida parroquial suelen ser con motivo de explícitas acciones evangelizadoras: cursos de preparación para recibir la primera comunión o la confirmación, alguna plática prematrimonial, etc. Pero no siempre reciben otras propuestas de actividades que les atraigan. ¿Qué hacen? Van a ocupar su tiempo en otros ambientes que les ofrecen más recursos de atracción... no aconsejables en muchas ocasiones. Por eso, puede ayudar mucho a su evangelización y catequesis organizar encuentros de adolescentes que les resulten atractivos y sean el punto de arranque para un curso más formal de su educación en la fe.
Dichos encuentros pueden ser muy sencillos, como una reunión semanal en un grupo reducido. O pueden ser más complejos, como una jornada juvenil, con variedad de actividades organizadas con mucho profesionalismo.
k) Pastoral en los Santuarios:
Los santuarios ejercen una fascinación especial para el católico. Los frecuentan. Y llegan con el alma abierta deseando recibir el don de Dios. Un trabajo de promoción en un santuario muy visitado, como puede ser la Basílica de Guadalupe en México, no será muy propicio para la promoción, porque las multitudes impiden un trato cercano. Pero un santuario pequeño, como puede ser la ermita de un cerro, resulta una ocasión magnífica. Porque, si al llegar una persona o un pequeño grupo al santuario, reciben una acogida amistosa de alguien encargado de la promoción en ese lugar, y les platica sabroso, al mismo tiempo que les propone una ocasión de frecuentar un curso para reforzar su fe, es muy probable que d‚ estimables resultados.
l) Pláticas en tiempos litúrgicos fuertes:
Hay épocas del año litúrgico que despiertan interés por la vida espiritual. Organizar, pues, unas pláticas cuaresmales o un retiro de Adviento o una celebración de la Navidad, puede resultar un gancho extraordinario para acercar hacia su formación cristiana a un buen grupo de cristianos.
Es bueno considerar cómo disminuye el interés por estas actividades por causa del secularismo que nos rodea. Es decir, va perdiéndose el sentido por lo sagrado y no atrae una actividad formativa directamente religiosa. Queda un sector de fieles que todavía son sensibles a estas propuestas. Tenemos, sin embargo el riesgo de que asistan... los mismos que ya tienen formación cristiana y, como actividad de promoción, nos sirva poco. No queremos despreciar estas actividades al hacer estas aclaraciones. Sólo deseamos destacar que unas pláticas en tiempos litúrgicos fuertes sirven para los cristianos cercanos a la vida eclesial, pero no servirán para los alejados de la práctica religiosa.
m) Paralitúrgias fúnebres:
Cuando alguien fallece, muchas personas acuden a visitar a la familia del difunto o a acompañar el cadáver. Es muy útil aprovechar esos momentos con la oración y algunas paralitúrgias. Pero también se puede aprovechar para motivar al crecimiento de la fe y a la asistencia a actividades de evangelización. Es obvio que no se trata de aprovechar el momento fúnebre para insistir en la muerte o en las amenazas del castigo divino. Se trata más bien de aprovechar la presencia de muchas personas que quizá no frecuentan la práctica religiosa para promocionar su mejor formación en la fe.
n) Semanas de educación familiar:
Los matrimonios jóvenes suelen ser muy sensibles a cuánto puede mejorar la educación de sus hijos. Los papás con hijos adolescentes tienen serios problemas con sus chamacos que desean resolver. Estas expectativas permiten augurar el ‚éxito de organizar una semana familiar.
Se trata de organizar una actividad el lunes para los niños, el martes para los adolescentes, el miércoles para los jóvenes, el viernes para las mamás, el sábado para los papás y el domingo para todos. La temática, las actividades, la metodología y el resto de los elementos deberán adaptarse a la edad y mentalidad de los destinatarios. Pero puede ser una ocasión extraordinaria para lanzar un buen plan de evangelización para toda una comunidad.
ñ) Domingos familiares:
Consiste en organizar un conjunto de actividades que involucren a toda la familia en el ámbito de una parroquia o capellanía. Tiene un funcionamiento parecido a las semanas familiares. Quizá puede adquirir un tono más festivo y de celebración que no de educación. Juegos, piñatas, sorteos, venta de tacos y la Misa mayor pueden ofrecer un plan atractivo para acercar incluso a los alejados. Y de ahí se puede preparar la invitación a las actividades fuertes de evangelización.
o) Celebraciones grupales de aniversarios:
Se trata de una variante de los domingos familiares, pero con un color muy personalizado que tenga mucho arrastre. Se trata de tomar el libro de matrimonios o de bautizos de la parroquia y sacar una lista de todas las personas que se casaron, por ejemplo, hace diez años. Y se les hace una invitación para celebrar el aniversario todos juntos en la parroquia.
Se organiza una Misa especial en un día señalado, se les invita a que traigan sus tortas, se prevé que haya algunos juegos preparados para los niños y alguna actividad especial para los papás. En dos o tres horas, se logra una convivencia de un grupo muy homogéneo que puede facilitar la formación de un grupo de evangelización o catequesis, tanto para niños como para papás. Y sirve para acercarse tanto a los fieles cercanos como a los alejados de la Iglesia. Porque ¿quién se resiste a una invitación que además no cuesta?
p) Grupos de acción social:
El hombre actual es muy sensible a la ayuda humanitaria y al compromiso solidario. Muchos cristianos ver n con buenos ojos una invitación a colaborar para la mejora de la comunidad. Independientemente de que esta actividad forme parte de la dimensión social de la evangelización, puede ser la oportunidad de invitar a muchas personas a educar mejor su fe, como un complemento necesario a su compromiso social.
Estas actividades pueden ser múltiples: construcción o remodelación del templo, preparar despensas para personas carentes de recursos, participación en una mejora de la escuela, organización de la atención a ancianos, soluciones para drogadictos, eliminación de locales de vicio...
q) Visitas casa por casa.
Las visitas casa por casa pueden hacerse como parte de una misión de evangelización o como una actividad de promoción. Las sugerencias que presentamos sirven para ambos casos:
- Dos personas hacen mejor las visitas, pues se ayudan mutuamente y se evitan chismes.
- Al llegar, indicar que se viene de parte del párroco.
- Presentar una carta del párroco que acredita al visitador. Puede ser una simple fotocopia, pero ayuda mucho para evitar abusos.
- Preguntar si tenían noticia en la casa de que habría esta visita.
No importa mucho si la respuesta es afirmativa o no, pero es muy útil para iniciar la conversación.
- Explicar cuál es la razón de la visita: el Señor Obispo desea que mejoremos el conocimiento de nuestra fe y ha propuesto al párroco de visitar casa por casa a todos los vecinos para presentarles un resumen de la fe cristiana.
- Como en México sólo hay un sacerdote por cada 7.000 católicos, el párroco ha pedido nuestra colaboración como laicos para poder llegar a más familias en la parroquia.
- Al llegar, conviene decir que se visita para promover el conocimiento de la fe, porque es imprescindible para poder vivir la mejor y para evitar que otros cristianos nos confundan con doctrinas diferentes y engañosas.
- Es conveniente dejar un pequeño catecismo o resumen de la fe, después de presentarlo y explicar cómo usarlo. Puede ser una simple hoja fotocopiada con los puntos principales de la fe.
- Preguntar también si hay niños o adolescentes en la casa que necesitan hacer su primera comunión o confirmación, y si hay jóvenes que se van a casar pronto.
- Se aprovecha para invitar a las actividades de evangelización y catequesis que se tienen programadas en la parroquia.
- Antes de despedirse, preguntar si se desea tratar algún otro punto. Preguntar también si necesitan alguna cosa en que la parroquia pueda ayudar a los miembros de la familia y tomar nota.
- Despedirse avisando que regresaremos para ofrecerles más cosas y atender las peticiones que nos ha hecho.
- Concluir con una oración a la Virgen para pedirle por nuestra fe católica, así como un Padrenuestro por el Papa y las necesidades de la familia.
- Al salir de la casa, rellenar los datos del censo parroquial. Es mejor no hacerlo delante de las personas, para que no se sientan controladas. Pero, si hay confianza, podría hacerse ante ellos.
- Si encontramos un hogar no católico, preguntar si todos los de la casa son de la misma religión. Comentar que, si se ofrece algo, est n en la parroquia para servirles. Y marcharse. De nada sirve perder el tiempo de visita en discusiones.
B. ¿Cuáles medios necesitamos?
Un buen programa debe prever cuáles medios materiales van a utilizarse. No nos referimos sólo ni principalmente a los medios económicos. Sobre todo, nos referimos a los medios más inmediatos: libros de texto, catecismo, rotafolios, fotografías, pizarrones, gises... Los catequistas deben precisar qué van a necesitar. Unos materiales serán imprescindibles: por ejemplo, los libros de texto. Otros pueden prescindirse de ellos si no se logran: por ejemplo, las fotografías. De todos modos, el programa debe dejar muy claro qué es imprescindible. Y definir la cantidad, el tipo y todos los datos que se necesiten. Por ejemplo, el programa dirá: "Necesitamos 60 catecismos del libro ´Mi primera Eucaristía´; un pizarrón nuevo de metro y medio de largo; 60 velitas para la primera comunión; 20 cartulinas para las actividades de las clases 6 y 10; 10 cartulinas para la promoción; y cinco plumones para dibujar".
Muchos de estos materiales correr n a cargo del gasto de los mismos alumnos, como ser n los libros de texto. Otros los financiar la parroquia, como son los pizarrones o los gises. Pero otros deber n financiarse por la contribución de todos. Sugerimos crear un fondo para la catequesis que respalde la mejora de materiales. Podría organizarse la colecta de las misas de un día al año para la catequesis o preparar un espectáculo o una rifa que proporcione unas ganancias como ayuda para solventar gastos.
C. ¿Quiénes vamos a realizarlo?
El programa puede descubrir un dato que sucede muy frecuentemente a los catequistas: hay más trabajo que personas para atenderlo. Por eso, es muy útil definir cuántas personas necesitamos para realizar todo el programa. Y, si faltan más personas, debemos preguntarnos cómo las vamos a conseguir y a quiénes vamos a invitar. A este punto, conviene dar una sugerencia muy importante. Si se va a invitar a otras personas para colaborar, es muy importante interrumpir la programación e invitarles a que asistan a una nueva reunión para que participen también ellos en la terminación del programa. ¿Por qué? Porque motiva muchísimo a las personas participar desde el nacimiento del trabajo. Es verdad que estas nuevas personas encontrar n gran parte del programa realizado. Pero su opinión en la realización de la última parte les comprometer mucho más que si llega con todo el pastel cocinado.
Y hay un punto más: como es posible que las personas no deseen comprometerse fácilmente en un trabajo, es más fácil invitar a que "nos ayudes a programar" que no "a trabajar". Es decir, invitamos a programar a quienes consideramos buenos candidatos para ayudarnos. Una vez que participen en la programación, ser muy fácil invitarlos a trabajar en un proyecto en que ya se han involucrado como algo propio. No perder n la libertad de renunciar al trabajo. Pero estarán más motivados.
Y debe quedar muy claro qué tarea va a desempeñar cada una. Es muy grave lanzarnos todos a apagar el fuego... echando inútilmente el agua en el mismo sitio. Unos se encargarán de la promoción, otros de dar los cursos, otros de organizar la rifa, etc.
D. ¿Qué dificultades importantes vamos a encontrar?
Todo programa se enriquece cuando se hace una lista de todas las dificultades que vamos a encontrar. Así es fácil preparar soluciones para cada obstáculo. Puede parecer un paso algo deprimente. Pero es muy realista. En realidad, este paso puede resumirse en la lista de las dificultades más importantes. De todos modos, este paso aporta un gran beneficio: que no se caiga en sueños y utopías irrealizables.
Para realizar la lista de las dificultades, basta que se haga una tormenta de ideas. Es decir, todos los catequistas que preparan el programa deben responder a esta pregunta: ¿Cuáles serán las dificultades que encontraremos para llevar adelante nuestro programa? Se van escribiendo en un pizarrón las respuestas y, después, se seleccionan por votación las más importantes. A continuación, se busca una solución para cada dificultad. Basta una solución, la que resulte mejor en la discusión del grupo.
Vamos a presentar algunas dificultades muy comunes y algunas sugerencias para afrontarlas:
- El estilo o la personalidad del sacerdote con quien hay que trabajar: Es obvio que el sacerdote tiene una autoridad que no podemos dejar de lado, pues nos alejaríamos de la obediencia cristiana. Pero podemos aceptar los límites que nos ponga el párroco y trabajar en el terreno que nos permite. ¡Hay tanto que evangelizar! Además hay que reconocer que todos tenemos defectos y hay que saber convivir con ellos.
- Otra dificultad común en los catequistas es no actualizarse: se repiten las mismas cosas, se usan los mismos programas o textos anticuados... Obviamente hay que romper con estas rutinas. Quizás de un modo sereno y progresivo, poco a poco. Pero no estancarse. Quizás un buen programa sea actualizar serena y adecuadamente a los catequistas, antes de buscar otras metas.
- Es fatal el antitestimonio del catequista: Es fácil hablar y no vivir. Por eso, un programa no puede quedarse en poner metas para educar la fe de los destinatarios o para organizar mejor el centro. También debe cuidar la mejor vida espiritual de los catequistas.
- Hace mucho mal la falta de ortodoxia en la doctrina que se imparta: El catequista es un envidado de Dios. Y no puede utilizar la Palabra del Señor según su parecer. La catequesis debe ser fiel a Dios y fiel al hombre. Y el catequista debe cuidar que la doctrina que imparte no sea buena para él, pero traicione le depósito de la fe católica. Esta dificultad también puede aparecer cuando los contenidos del programa catequístico son parciales. Es bueno asegurar que el contenido de la catequesis mejora en conjunto cada año, aunque la catequesis debe presentar sistemáticamente el mensaje básico de la fe.
- Una dificultad de la que se habla mucho es el dinero. Pero el dinero nunca es problema real. Más bien, el dinero es problema cuando no hay buena organización ni creatividad en los catequistas. ¿Por qué? Porque un poco de dinero se puede conseguir siempre por medio de algunas rifas, de unos puestitos de comida en una fiesta parroquial, de un benefactor que da un donativo... O se suple con una cuota muy baja de cada destinatario. Además, se pueden suplir los gastos para materiales utilizando otras cosas ingeniosamente. Pero, si revisamos todas estas soluciones, dependen de un denominador común: el ingenio y creatividad del catequista. Seamos realistas: en la catequesis, el dinero nunca es problema.
E ¿Qué momentos son los más convenientes?
No se puede trabajar bien sin un calendario bien hecho. Parece muy pesado. Pero es muy sencillo. Pues, una vez que se ha fijado el horario de las clases de cada curso, basta anotar la fecha que corresponder a cada tema y añadir las actividades complementarias: celebraciones, exámenes, días sin clase, fiestas, etc.
El calendario se completa fijando las fechas para hacer trabajos que es necesario hacer para llevar adelante el programa. Por ejemplo, se fija el día para comprar las velitas para la celebración, la fecha para confirmar con el párroco la Misa de primeras comuniones, el día para recoger los catecismos de la librería, la fecha para preparar el estrado del teatro leído, etc. Un buen calendario quita muchos dolores de cabeza. Y muchas improvisaciones disgustosas. En el mundo rural no es muy vital hacer un calendario, pero en el ambiente urbano es imprescindible.
F. Evaluar nuestro trabajo.
Todos los comerciantes cuentan sus gastos y sus ventas al final del día, hacen corte de caja. Y la buena educación de la fe es un negocio más importante. Por eso, debemos evaluar. Y debemos evaluar dos cosas:
- cómo asimilan los destinatarios los objetivos del curso.
- cómo va avanzando el programa de los catequistas.
a) La evaluación de los catecúmenos es necesaria, pues podemos pensar que todo es asimilado y estar equivocados. Tiene tres partes:
- asimilación de la doctrina: es necesaria para evitar pequeños errores que lleven a desviaciones de la vivencia de la fe. Podemos evaluar la asimilación de la doctrina mediante pruebas que nos hagan ver si la doctrina es recibida correcta o se han mezclado errores. No se trata sólo de hacer exámenes para dar una calificación. Se trata de descubrir hasta dónde la doctrina de la Iglesia ya ha sido recibida o... debemos volver a repetirla o a volver a explicarla. Para lograrlo, pueden ser muy útiles los exámenes orales o las preguntas escritas. Incluso puede ayudarnos decir a los destinatarios que no se trata de un examen, sino de un "ejercicio de repaso". También puede ayudar que los catecúmenos expresen una idea que se las ha explicado con sus palabras propias o con un dibujo.
- memorización de los puntos básicos de la doctrina: presupuesta la utilidad de la memorización, conviene resaltar que es un dato fácil de evaluar: o se recuerda o no. A este propósito, conviene insistir que no debemos ser muy rígidos en pedir la palabra exacta. A veces, las personas recuerdan un sinónimo u otra palabra que expresa claramente las ideas. La memorización no es lo más importante en catequesis, pero puede ser el mejor medio para calificar exteriormente el aprovechamiento del alumno, sobre todo con niños.
- aceptación de la fe en el corazón: este punto no lo podemos evaluar. Y es muy bueno repetírselo a los catecúmenos. De todos modos, el catequista puede medir algunos comportamientos exteriores que sean indicio de asimilación interior de la fe: seriedad en la oración, sinceridad en las intervenciones durante la clase, etc. pero, aún aquí, puede haber graves inexactitudes de evaluación.
b) Evaluación del programa preparado por los catequistas: Es necesario saber cómo marcha un programa. Así se podrá acomodar a los cambios que aparecen. La mejor forma de hacerlo es revisarlo después de uno o dos meses de marcha. Lo más importante ser siempre calcular en qué medida se van alcanzando los objetivos prioritarios. Es muy probable que no se pueda tener una buena evaluación hasta terminado el curso. Pero es muy útil hacer un sondeo entre todos. Porque hay que buscar objetivos profundos y actualizar constantemente las metas intermedias y los programas.
También conviene evaluar si se marcha a buen ritmo o se ha retrasado el calendario. Conviene analizar lo que ha ayudado y lo que ha frenado el trabajo. Así podrán hacerse los ajustes con más garantía de ‚éxito. Y, recordemos, toda evaluación tiene una sola finalidad: aprender y mejorar, nunca criticar o echar la culpa a otro de los fallos y retrasos.