¿Cuándo comienza la vida humana?

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Cuándo comienza la vida humana-Aleteia.org


Un hecho biológico de gran repercusión bioética es determinar cuándo empieza la vida humana, pues si ésta comienza con la fecundación, cualquier acción que conlleve una destrucción de esa vida tras la fertilización del ovocito será un acto abortivo, y esto en el campo de la valoración ética de muchas prácticas relacionadas con la reproducción humana y su regulación, el diagnóstico genético preimplantacional, la fecundación in vitro, la producción de niños de diseño la obtención de células madre embrionarias , la clonación y otras, es de importancia capital.

Una opinión sobre cuando se inicia la vida humanan ya fue emitida en 1965 por el American College of Obstetricians ad Gynecologists que definió que el embarazo se inicia con la implantación del embrión en la pared uterina de la madre, definición que fue aceptada aceptada por muchos especialistas y por determinadas instituciones partidarias del aborto, principalmente la Institución Guttmacher y “Planned Patrenthood”.

Sin embargo, son otros muchos los que defienden que el embarazo comienza con la fertilización del óvulo por los espermatozoides. Parar tratar de profundizar en este tema, creemos de gran interés un artículo recientemente publicado en el American Journal Obstetrics and Gynechology (206; 132, e1-7, 2012) en el que se recoge la opinión de un amplio grupo de obstetras y ginecólogos de Estados Unidos sobre cuándo comienza el embarazo, pues cuando éste empiece también se habrá iniciado una nueva vida humana.

Para realizar el trabajo se envía un cuestionario a 1800 ginecólogos estadounidenses en el que se pregunta cuando creen que se inicia el embarazo, ofreciéndoles tres posibles respuestas: a) con la fecundación, b) con la implantación del embrión en el útero materno y c) que no lo saben.

También en dicha encuesta se incluyen aspectos sobre su afiliación religiosa y la importancia que ellos dan a la religión como base para objetar contra el aborto. El porcentaje de respuestas fue del 66%. El 57 % de los ginecólogos opinan que el embarazo comienza con la fecundación, y menos del 28% que se inicia con la implantación del embrión en el útero materno, a la vez que un 16 % manifiestan que no están seguros.

Como anteriormente se ha comentado, en ocasiones, se opina que los que defendemos que la vida humana se inicia con la fertilización del ovocito por el espermatozoide lo hacemos, o al menos estamos influidos, por creencias religiosas.

Por ello, parece de especial interés la atención que el artículo que comentamos dedica a este tema, analizando las creencias de los encuestados y otras particularidades sociológicas, evaluando en que medida estas variables pueden influir en su opinión.

No podemos entrar aquí en un pormenorizado análisis de los datos, pero si referir que a juicio de los autores, “las respuestas no difieren significativamente en relación con la edad, sexo, religión o nivel académico”, de los ginecólogos encuestados.

Nos parece importante que en un debate tan actual como es establecer cuando se inicia la vida humana, sin duda uno de los más interesantes, si no el más interesante, de la bioética moderna, un amplio grupo de especialistas norteamericanos, al margen de sus creencias religiosas y su estatus social, propugnen que el embarazo y consecuentemente la vida humana, empieza con la fertilización del ovocito por el espermatozoide, por lo que sin duda cualquier interrupción de esa vida desde ese momento inicial será una acción éticamente inaceptable.


JUSTO AZNAR 
Director del Observatorio de Bioética 
– Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir




P. Paulino Toral

Tengo muchos testimonios científicos. Por razones de espacio, acudo a uno indiscutible.
Jerome Lejeune, descubridor del trisomía 21 o síndrome de Down, profesor de Genética de la Universidad de Paris ha dicho:

“En cuanto los 23 cromosomas del espermatozoide se encuentran con los 23 cromosomas el óvulo, toda la información necesaria y suficiente esta allí, reunida en el ADN (Ácido Desoxiribo Nucleíco) para determinar todas las cualidades de un nuevo ser humano. No se trata de una opinión, de un postulado moral o de una idea filosófica, sino de una verdad experimental.
 La fecundación in vitro lo ha demostrado: si antes, en la probeta, no es un ‘bebé’ ¿para qué, entonces, implantarlo en el útero?

Si el ser humano no comienza con la fecundación, no comienza nunca. Ningún científico informado puede indicar un solo dato objetivo posterior a la constitución de un nuevo ADN como hecho del que dependa el inicio de una vida humana. El endometrio no genera al ser humano; lo recibe y lo nutre.

Afirmar que la vida humana comienza después de la fecundación, no es científico.

Es una afirmación arbitraria, fruto ideologías o intereses ajenos a la Ciencia. El cigoto, fruto de la fusión de las dos células germinales, es un individuo distinto del padre y de la madre, con una carga genética que tiene el 50 % de cada uno de los progenitores”.

Por esto, si se quiere determinar indiscutiblemente la paternidad de alguien, es decir, su origen (¿quién es tal persona?), se acude, no al incierto momento de la implantación, sino al hecho de la fusión del ADN del padre y de la madre; porque la filiación no viene determinada por la anidación, sino por la fecundación. Por esto la policía depende del ADN para identificar infaliblemente a cada persona, no de la implantación; por esto los ejércitos del mundo han cambiado las tradicionales medallas de identificación por el análisis del ADN de sus soldados y no han acudido a la implantación.

Cada soldado caído en batalla podría decir: “He muerto. Soy el que comenzó a vivir cuando mi ADN se originó con la fusión del ADN de mis progenitores. Mi ADN de hoy, que demuestra que yo soy yo, es el que me transmitieron mis padres cuando me dieron mi vida, en el momento de mi fecundación. Allí esta el origen de mi existencia, no después, en la implantación. Mi historia comenzó en el ADN que hoy ha dado testimonio de que yo soy yo”.

La afirmación de que el ser humano se inicia en la implantación, no cuenta con el respaldo de la Ciencia, es una afirmación gratuita, infundada y criminal que hacen las personas o las instituciones abortistas para poder negar el asesinato de los seres humanos que abortan (“no es aborto, dicen, porque el aborto se da sólo desde el embarazo, y éste existe sólo desde la implantación”).

Como si se les ocurriera decidir que mientras no nazca, no es humano… Es una arbitrariedad de la OMS, de ciertos Parlamentos, de los médicos abortistas y de los laboratorios que producen abortivos, como arbitraria fue la decisión de Hitler de negar estatuto humano a los judíos, a los negros o a los enfermos. Pero, gracias a Dios, yo no dependo de la OMS para ser persona humana

El término ‘preembrión’ no tiene fundamento científico; como tampoco tendría un ‘pre-ADN; porque es la fecundación el momento en el que se genera una nueva vida humana con su propio ADN, el código irrepetible y original de cada vida humana. El que rechace esto, no rechaza un dogma religioso, sino una verdad científica.

Parece mentira que un cura tenga que recordar estas cosas a ciertos médicos a quienes les recomiendo que vuelvan a estudiar sus textos de Biología. Es admirable que un médico/a sepa tan poca Biología como para tener la ocurrencia de decir que lo del ADN es un ‘dogma religioso´

 Si se impide la vida del huevo cigoto, se mata a un ser humano, microscópico, pero humano. Todos los humanos, comenzamos nuestra vida a este nivel molecular.

Es oportuno que aclaremos de paso algo que supera a las ciencias experimentales y pertenece a otros ámbitos científicos: la Teología y la Filosofía. En el instante mismo en el que se unen las dos células germinales portadoras del ADN de nuestros padres, Dios interviene creando e infundiendo nuestra alma al resultado de esa fusión molecular. Tan indiscutible, incuestionable, contundente e incontrovertible es este hecho biológico que Dios mismo, enemigo de toda arbitrariedad, lo respeta.

Basta que la unión de las células se dé, para que Él indefectiblemente infunda el alma al nuevo ser, sin cuestionarse sobre si ‘eso’ fue fruto del amor casto de los esposos o de una brutal violación.

Más aún: Dios no quiere que los seres humanos sean ‘re-producidos’ como terneros por dinero en un laboratorio, sino que sean ‘pro-creados’ por amor en casto acto conyugal por los esposos (como Él mismo creó a Adán y Eva: por puro amor); sin embargo, basta que los hombres hayan respetado la ley biológica (¡ay!... lamentablemente no la moral) uniendo un espermatozoide y un óvulo en condiciones que se garantice la viabilidad, incluso en un laboratorio, para que Él se ‘someta’ a ese hecho físico y a esa ley natural que Él mismo estableció, y cree un alma para esa fusión de las dos células germinales, lograda en artificialmente dentro de un tubo de ensayo…¡

Dios respeta el inicio biológico a nivel molecular de la vida humana, creando un alma e infundiéndola a lo que, en contra de sus sabios preceptos, el hombre logró en el laboratorio!

Como testimonio de esto, la Iglesia ni siquiera cuestiona la dignidad, incluso de los seres humanos ‘re-producidos’ en los laboratorios; ellos son tan dignos como cualquiera. La Iglesia no discrimina; los abortistas sí. El abortista es arbitrario ante los hechos científicos; Dios, y con Él la Iglesia, no.

En conclusión: la vida humana siempre comienza con la fecundación, no con la implantación. Allí, a nivel molecular, comienza la vida, y la dignidad de cada ser humano, y los mismos derechos humanos, allí comienzan. Allí comenzamos todos.