(Romanos 12, 9-21)
- Amense sinceramente unos a los demas.
- Aborrezcan lo malo y apeguense a lo bueno.
- Amense como hermanos los unos a los demas, dandose preferencia y respetandose mutuamente.
- Esfuercense, no sean perezosos y sirvan al Senor con corazon ferviente.
- Vivan alegres por la esperanza que tienen; soporten con valor los sufrimientos; no dejen nunca de orar.
- Hagan suyas las necesidades del pueblo santo; reciban bien a quienes los visitan.
- Bendigan a quienes los persiguen. Bendiganlos y no los maldigan.
- Alegrense con los que estan alegres y lloren con los que lloran. Vivan en armonia unos con otros. No sean orgullosos, sino ponganse al nivel de los humildes.
- No presuman de sabios.
- No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos.
- Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos.
Queridos hermanos, no tomen venganza ustedes mismos, sino dejen que Dios sea quien castigue; porque la Escritura dice: "A mi me corresponde hacer justicia; yo pagare dice el Senor."
Y tambien: "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; asi haras que le arda la cara de verguenza." No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal.
Es palabra de Dios (Romanos 12, 9-21
Debemos estar espiritualmente ardiendo por el Señor, inflamados, hirviendo, llameando, fulgurando. A veces nos enfriamos y nos volvemos tibios (Ap. 3:16, 19). Dios quiere que estemos calientes, que tengamos un devoto entusiasmo y pasión por las cosas del Señor.
Compare Tito 2:14— “celoso de buenas obras” (teniendo un ardiente celo por hacer lo bueno). ¿Cómo está tu temperatura espiritual? ¿Estás con fiebre? ¿Estás ferviente? Cuando se trata del entusiasmo por las cosas divinas, ¿estás en el punto de ebullición?
En Hechos 18:25 leemos de un hombre así. “Sirviendo al Señor”—debemos estar constantemente sirviendo al Señor como siervos amantes. ÉL es nuestro bendito Maestro. Dios no quiere siervos perezosos. ÉL quiere creyentes que sean diligentes y fervorosos.
Resistir con paciencia las vicisitudes de la vida, perseverando, soportando, persistencia, continuar, no darse por vencido sino proseguir a pesar de todas las dificultades y obstáculos y problemas y presiones.
En 1 Tesalonicenses 1:3 leemos que la esperanza produce paciencia. Es por causa de la esperanza que podemos soportar y continuar en medio de la tribulación y del apremio. La esperanza mira más allá de las pruebas presentes y se aferra a las promesas de Dios.
Somos miembros de un mismo cuerpo. Dios nos ha unido unos con otros de una manera maravillosa. “Los miembros deben tener la misma solicitud unos por otros. Si un miembro sufre, todos los miembros sufren; si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él” (1 Corintios 12:25-26).
Debemos sentir los unos por los otros, participar de sus alegrías y de sus penas. Por cuanto soy un miembro del mismo cuerpo del cual también tú eres miembro, tus alegrías son mis alegrías y tus lágrimas son mis lágrimas. No soy independiente, sino que más bien estoy conectado con todos los demás miembros del cuerpo. Yo los necesito a ellos y ellos me necesitan a mí. Nota: a veces es más difícil regocijarse con una persona que llorar con ella. Esto es así por causa de orgullo, celos, envidia, etc.
“Sabios en vuestra propia opinión”—esta es una advertencia contra el ser presumido (tener una opinión muy elevada de ti mismo). No te creas sabio (no te estimes ser sabio—ver Prov. 3:7 e Isaías 5:21).
Romanos 12:17
“Mal por mal” = devolver mal por mal. “Paguéis” = recompensar, retornar, pagar, retribuir a alguien el mal que ha hecho (alguien te da un puñetazo en la nariz y tu le devuelves el mismo trato). Esta actitud se expresa de esta manera: “Te pagaré con la misma moneda. ¡Me desquitaré! ¡Me la pagarás! ¡No te saldrás con la tuya!”
En vez de la regla de oro, tenemos una regla sucia: ¡HAZ A OTROS COMO TE HAN HECHO A TI O AÚN PEOR! Para otros pasajes del Nuevo Testamento que enseñan el mismo asunto ver 1 Tes. 5:15 y 1 Pedro 3:9.
No des a la persona lo que se merece. Cuán agradecidos debemos estar de que Dios no nos da lo que merecemos (Salmo 103:10; Sal. 130:3-4).
¿Qué de la enseñanza del Antiguo Testamento de “ojo por ojo, diente por diente” (Éxodo 21:24)?
Esto significa que el castigo debe ser equivalente al crimen, y esto es un principio de justicia válido y verdadero. Una persona debe recibir exactamente lo que merece. Ver por ejemplo Génesis 9:6 (vida por vida).
¿Es cierto que el Antiguo Testamento enseña una doctrina de retribución en tanto que el Nuevo Testamento enseña la doctrina de no-retribución? Proverbios 20:22 y Proverbios 25:21-22 pertenecen al Antiguo Testamento y ambos enseñan la no-retribución. Romanos 13:1-4 pertenece al Nuevo Testamento y este pasaje enseña claramente que los malhechores deben ser castigados y que Dios hace ésto por medio de los gobiernos, etc.
En Romanos 12, Pablo no está diciendo que los malos hombres no deben ser castigados. Su punto principal, como veremos, es que el creyente debe dejar que Dios, el Juez Perfecto, se haga cargo del mal y de las injusticias a Su manera y en Su tiempo (ver v.19 por ejemplo).
“Procurad” –esta palabra se usa en 1 Timoteo 5:8 (proveer para su propia casa). La palabra aquí significa “pensar en, tomar en consideración”. “Lo bueno” = honesto, moral, bueno y bello, noble, loable.
Este versículo es una cita de Proverbios 3:4 en la Septuaginta y comparar con 2 Corintios 8:21. “Sean diligentes en hacer lo que es bueno y recto a la vista de todos”. Tenemos un testimonio. La gente está mirando y observando. Ellos saben cómo debería actuar un cristiano. Ellos observarán y verán acaso nosotros retribuimos como lo hace el mundo, acaso nos desquitaremos o no. Un versículo importante que da mucha luz sobre Romanos 12:17 es 1 Tesalonicenses 5:15.
Hoy estamos viviendo en una sociedad hinchada de pleitos cuyo lema parece ser “DEMANDAR O SER DEMANDADO”. El énfasis está sobre cuánto puedo obtener de la otra persona para mi beneficio personal. Esto es lo contrario del principio del amor como se expone en este capítulo. El amor siempre pregunta, “¿Cuánto puedo dar a esta persona aunque me signifique pérdida y sacrificio personal?” En una sociedad tan confundida, los creyentes, cuyos corazones están llenos del amor de Cristo, deberían alumbrar brillantemente. No es nuestra tarea usar y abusar de otros para nuestra ganancia personal.
La paz es una avenida en ambos sentidos. Debemos poner de nuestra parte para vivir pacíficamente, pero no tenemos control sobre la conducta de otros. Yo puedo tener una bola de nieve y la otra persona tiene una. Yo puedo escoger no lanzarle la mía, pero no puedo controlar lo que él hará con la suya. El punto de Pablo es éste: la alteración de la paz nunca debería ser iniciada por el cristiano. El cristiano nunca debería ser el que quiebra la paz. “Estad en paz” significa vivir en paz, vivir pacíficamente”.
Aquí tenemos reseñado el amor a nuestro enemigo en forma práctica (comparar Mateo 5:44). Ver Prov. 25:21,22. El verdadero amor hacia el enemigo implica escoger DAR a esa persona lo que necesita a pesar de lo que sintamos hacia esa persona. Por naturaleza, una persona no tiene ganas de amar a su enemigo. Siente deseos de pegarle en la nariz o perforar los neumáticos de su automóvil, etc., pero no siente deseos de alimentarlo y darle de beber. Amamos a nuestros enemigos, porque Dios nos lo ha mandado (Mateo 5:44), no porque deseamos hacerlo. Si vas a esperar a tener ganas de hacerlo, nunca sucederá. Ver 2 Reyes 6:20-23 como un ejemplo de cómo Eliseo trató a sus enemigos.
Pagar con amor una ofensa sería eliminar a la gente con amabilidad; vengarse con rectitud, destrozarlos con obras de amor y perseguirlos con paz. Considera a Esteban. Sus enemigos habrían preferido que él les arrojara piedras en vez de orar por ellos. Esto tiene que haber sido penoso para ellos. La próxima vez que te ofendan, procura de dar a tus enemigos el “tratamiento de amor” y confía que Dios lo use para obrar en sus corazones.