Hno. Pedro Dimond
Este es el libro más completo que se ha escrito acerca de este dogma fuera de la Iglesia no hay salvación.
Se responde a todas las objeciones importantes sobre los temas del bautismo y la salvación. Se incluyen los pronunciamientos papales más importantes al respecto; una completa historia de la controversia del “bautismo de deseo”; varias secciones que abarcan en detalle los diferentes aspectos de la objeción de la “ignorancia invencible”; una sección que responde a todas las objeciones que probablemente usted ha oído acerca de este tema. Este es el primero y único libro que abarca todas las definiciones dogmáticas de los concilios ecuménicos sobre la salvación (incluidos los concilios poco conocidos de Vienne y el quinto de Letrán – véase el capítulo primero). Véase el índice temático para buscar algún tema en especial u objeción.
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El dogma fuera de la Iglesia católica no hay salvación y la necesidad del sacramento del bautismo, en realidad se pueden explicar en una página (véanse las secciones 1 y 8). Esto es porque esta verdad es exactamente la misma como fue definida por nuestro primer Papa:
“… en nombre de Jesucristo Nazareno (…) En ningún otro hay salvación, pues ningún otro nombre se nos ha dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos” (Hechos 4, 12).
No hay salvación fuera de Jesucristo y de la Iglesia católica que es su cuerpo místico. Puesto que no hay entrada en la Iglesia católica sin el sacramento del bautismo, esto significa que sólo se pueden salvar los católicos bautizados que mueren en estado de gracia (y quienes se hagan católicos bautizados y mueren en estado de gracia).
“El que no permanece en mí es echado fuera, como el sarmiento y se seca, y los amontonan y los arrojan al fuego para que ardan” (Juan 15, 6).
La única razón de por qué este documento que usted está viendo tiene aproximadamente 300 páginas e investiga minuciosamente una variedad de cuestiones, se debe simplemente a los ataques casi incesantes en contra de estas verdades – y cómo casi todo el mundo las niega en nuestros días –, las que, por lo demás, se expresan de manera tan simple.
El lector advertirá que me he focalizado en contestar toda objeción importante planteada contra el verdadero significado del dogma fuera de la Iglesia católica no hay salvación y la necesidad del sacramento del bautismo, mientras que las personas que escriben libros y artículos contra estas verdades, casi nunca abordan ninguno de los argumentos de la enseñanza de la Iglesia que presentamos, simplemente porque ellos no pueden refutar los hechos.
Algunos liberales que lean este documento objetarán que es “amargo” y “falto de caridad”. Pero ello no es cierto. El “fundamento de la caridad es la fe pura e inmaculada” (Papa Pío XI, Mortalium animos, # 9). Las afirmaciones de este documento, relacionadas con el dogma fuera de la Iglesia no hay salvación son hechas con la intención de ser fiel a Jesucristo y a su verdad. Lo que simplemente hace un católico es decirle a su prójimo la verdad sobre esta cuestión, sin compromiso y porque él ama a su prójimo.
Papa Pío XI, Mortalium animos, # 9, 6 de enero de 1928: “Nadie, ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la caridad, el cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del Corazón Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos el nuevo precepto ‘Amaos unos a los otros’, prohibió absolutamente todo trato y comunicación con aquellos que no profesaran, íntegra y pura, la doctrina de Jesucristo: ‘Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, y ni siquiera le saludéis’ (2 Juan 10)”.
Un católico que se rehúsa denunciar la herejía y a los herejes (cuando es necesario) no está actuando caritativamente, más bien lo contrario, él está faltando a la caridad.
Papa León XIII, Sapientiae christianae, # 14, 10 de enero de 1890: “Pero cuando la necesidad apremia, no sólo deben guardar incólume la fe los que mandan, sino que, como enseña Santo Tomás, ‘cada uno esté obligado a propagar la fe delante de los otros, ya para instruir y confirmar a los demás fieles, ya para reprimir la audacia de los infieles’. Ceder el puesto al enemigo, o callar cuando de todas partes se levanta incesante clamoreo para oprimir a la verdad, propio es, o de hombre cobarde, o de quien duda estar en posesión de las verdades que profesa”.
El lector advertirá que cada sección de este libro se propone ser, en general, completa en sí misma; es decir, se puede leer un capítulo individual de este documento y encontrar las citas pertinentes de las enseñanzas de la Iglesia sin tener que buscarlas en otra parte del documento.
Aliento vigorosamente al lector que lea por entero el documento porque todos los temas tratados son importantes; pero, en mi opinión, las secciones más importantes de este documento que el lector definitivamente no querrá omitir son: 1-4, 6-8, 13-16, 18, 21, 24-27, 31-34.
El lector verá que las conclusiones formadas en este documento se basan todas en la enseñanza infalible de la Cátedra de San Pedro. Por consiguiente, aquellos que rechazan estos hechos, no están rechazando apenas mis opiniones; ellos están rechazando las enseñanzas de la Cátedra de San Pedro (la enseñanza dogmática de la Iglesia católica).
Papa Gregorio XVI, Mirari vos, # 13, 15 de agosto de 1832: “Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo (Ef. 4, 5), entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo (Luc. 11, 23) y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha (Credo Atanasiano)”.
Hno. Pedro Dimond, O.S.B. (3 de mayo de 2004) Segunda edición inglesa (30 de octubre de 2006)