El sacramento del Orden Parte 1






"Oh! ¡Que cosa es el sacerdote! Si él se percatara de ello, moriría… Dios le obedece: dice dos palabras y Nuestro Señor desciende del cielo. ¡No se comprederá la dicha que hay en decir la misa más que en el cielo!"Santo Cura de Ars

"El sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús" Santo Cura de Ars


1.-INTRODUCCIÓN:
En estos sacramentos, los que fueron ya consagrados por el Bautismo y la Confirmación para el sacerdocio común de todos los fieles, pueden recibir consagraciones particulares. Los que reciben el sacramento del Orden son consagrados para "En el nombre de Cristo ser los pastores de la Iglesia con la palabra y la gracia de Dios. Por su parte, los cónyuges cristianos, son fortalecidos y como consagrados para los deberes y dignidad por este sacramento especial".
La palabra "Ordinatio" = ordenación, se utilizaba en el Imperio romano para designar la entrada en el escalafón de los funcionarios imperiales. A partir de este momento el funcionario pertenecía a un orden diferente del resto del pueblo.
A partir del siglo tercero se comenzó a utilizar en algunos lugares esta expresión para designar una dignidad o estado en la Iglesia. Esta denominación se extendería a toda la Iglesia con el paso del tiempo, dando nombre al sacramento por el que son constituidos: Obispos, Presbíteros y Diáconos ciertos cristianos.
¿Pero que es ser Sacerdote?
Según San Pablo significa ante todo ser administrador de los misterios de Dios:
"servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que en fin de cuentas se exige de los administradores es que sean fieles'' (1 Co 4, 1-2).
La palabra "administrador" no puede ser sustituida por ninguna otra. Está basada profundamente en el Evangelio: recuérdese la parábola del administrador fiel y del infiel (cf. Lc 12, 41-48). El administrador no es el propietario, sino aquel a quien el propietario confía sus bienes para que los gestione con justicia y responsabilidad. Precisamente por eso el sacerdote recibe de Cristo los bienes de la salvación para distribuirlos debidamente entre las personas a las cuales es enviado. Se trata de los bienes de la fe. El sacerdote, por tanto, es el hombre de la palabra de Dios, el hombre del sacramento, el hombre del "misterio de la fe''. Por medio de la fe accede a los bienes invisibles que constituyen la herencia de la Redención del mundo llevada a cabo por el Hijo de Dios. Nadie puede considerarse "propietario'' de estos bienes. Todos somos sus destinatarios. El sacerdote, sin embargo, tiene la tarea de administrarlos en virtud de lo que Cristo ha establecido.
  • El sacerdocio es un sacramento de la Nueva Alianza, instituido por Cristo en la Ultima Cena, que confiere a un hombre el poder de consagrar y ofrecer el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Santa Misa y de remitir y retener los pecados en el sacramento de reconciliación.
  • La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal.
    "La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal. Por el bautismo, todos los fieles participan del sacerdocio de Cristo. Esta participación se llama "sacerdocio común de los fieles". A partir de este sacerdocio y al servicio del mismo existe otra participación en la misión de Cristo: la del ministerio conferido por el sacramento del Orden, cuya tarea es servir en nombre y en representación de Cristo-Cabeza en medio de la comunidad". Catecismo Iglesia Católica 1591.
El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles. "El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles porque confiere un poder sagrado para el servicio de los fieles. Los ministros ordenados ejercen su servicio en el pueblo de Dios mediante la enseñanza (munus docendi), el culto divino (munus liturgicum) y por el gobierno pastoral (munus regendi)."

2.-INSTITUCIÓN DEL SACRAMENTO DEL ORDEN:
Prometido en el Antiguo Testamento:

Isaías 66, 18-21. "Yo conozco sus obras y sus pensamientos. Yo vendré para reunir a todos los pueblos y lenguas, que vendrán para ver mi gloria. Yo les daré una señal, y mandaré sobrevivientes de ellos a Tarsis, a las naciones de Put, de Lud, de Mososc, de Ros, de Tubal y de Yaván; de las islas lejanas, que no han oído nunca mi nombre y no han visto mi gloria, y pregonarán mi gloria entre las naciones. Y de todas las naciones traerán a vuestros hermanos ofrendas a Yahvé en caballos, en carros, en literas, en mulos, y en dromedarios, a mi monte santo, a Jerusalén, dice Yahvé, como traen los hijos de Israel la oblación en vasos puros al templo de Yahvé: Y también yo eligiré de entre ellos sacerdotes y levitas, dice Yahvé".
Y santificaré el tabernáculo del testimonio y el altar: santificaré asimismo á Aarón y á sus hijos, para que sean mis sacerdotes Exodo 29:44

Instituído por Cristo:

Jn. 20, 21-23. "Díjoles otra vez: La paz sea con vosotros. Como me envió mi Padre, así os envío Yo. Diciendo esto, sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.".
Confirmado por San Pablo:
20 Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios! 2Cor 5:20
3.-CARACTERISTICAS DEL SACRAMENTO DEL ORDEN:
· El Sacramento del Orden es una incorporación al ministerio apostólico, por lo que su misión entra en relación con la misión de Cristo y los Apóstoles tanto en los tipos de actividad que desarrolla como en la apostolicidad del marco geográfico al que está dirigido.
· Los cristianos que reciben el sacramento del Orden quedan configurados para siempre a Cristo Cabeza, Pastor y Servidor de su Iglesia, con el fin de enseñar, santificar, guiar y servir, en nombre suyo, al Pueblo de Dios, cada uno según el grado del orden recibido.
· El Espíritu Santo es el agente principal de la ordenación, siendo la fuente de donde brota el carisma ministerial de enseñanza, santificación y dirección. Mediante el gesto de la imposición de manos se significa que los ministros ejercen su misión en el Espíritu de Jesús.
· Dios suscita los ministerios en la comunidad y para la comunidad ( 1 Cor 12,7: 14, 3-12; Ef 4,12): Por eso, desde el Nuevo Testamento los ministerios no se conciben sin la comunidad.
· El ministerio a lo largo de todo el Nuevo Testamento se concibe como un servicio. Tomando como punto de apoyo (Mt 20, 20-28), la Iglesia apostólica y los Padres de la Iglesia hablan de los responsables y sus funciones utilizando el término "diakonía". Esta palabra significa servir a la mesa, acción que era desarrollada habitualmente por los esclavos. La acción diaconal de los ministros se concreta en el servicio a la palabra, en el servicio de la unidad y en el servicio a las mesas o caridad.
· El ministerio ordenado es colegial, es decir, que por el sacramento del Orden quien lo recibe para formar parte de un colegio que está formado por quienes lo recibieron con anterioridad.
· El signo de la transmisión de los ministerios ordenados es desde la época de apostólica la imposición de manos junto con la oración (Hch 6,6; 13,3; 1 Tim 4,14)
· Lo mismo que en el Bautismo y la Confirmación, la participación en el ministerio de Jesucristo se otorga de una vez para siempre. Por este motivo, el sacramento del Orden imprime un carácter imborrable y no puede repetirse.
Cristo que fue enviado por el Padre para la redención del mundo (Mt 20,26) y para ello le dotó de todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18), llama a los apóstoles y les participa su misión "Así como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes" (Jn 20,21). A ellos les toca ser "Servidores de Cristo y encargados suyos para administrar las obras misteriosas de Dios" (1 Cor 4,1). Su misión es:

Predicar el Evangelio:
16 de ser para los gentiles ministro de Cristo Jesús, ejerciendo el sagrado oficio del Evangelio de Dios, para que la oblación de los gentiles sea agradable, santificada por el Espíritu Santo. Romanos 15:16
2 Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: "No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas.
3 Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo;
4 mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra."
Hechos 6:2-4
Dirigir el culto de la comunidad cristiana:
1 Había en la Iglesia fundada en Antioquía profetas y maestros: Bernabé, Simeón llamado Níger, Lucio el cirenense, Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.
2 Mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: "Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado."
3 Entonces, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y les enviaron.
Hechos 13:1-3
Ofrecer el Sacrificio:
19 Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío." Lucas 22:19
11 Pues desde el sol levante hasta el poniente, grande es mi Nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación pura. Pues grande es mi Nombre entre las naciones, dice Yahveh Sebaot. Malaquias 1:11
Perdonar los pecados:
Comunicar el Espiritu Santo por imposición de las manos:
El obispo, al "imponer sus manos", transfiere una sucesión de sacerdotes y obispos con una comisión, dándoles los atributos de autoridad y liderazgo necesarios para perpetuar la Iglesia que Jesucristo fundó.
6 Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar.
7 Eran en total unos doce hombres.
Hechos 19:6-7
Hch 6:6, "A éstos los presentaron a los Apóstoles, los cuales, habiendo hecho oración, les impusieron las manos".
1Tm 4:14, "No descuides el carisma que hay en ti y que te fue dado en virtud de profecía, mediante imposición de las manos de los presbíteros".
Ungir a los Enfermos orando por ellos:
14 ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Santiago 5:14
¡Dios les Bendiga!
Artículo por Jesus Urones



REFLEXIÓN SOBRE EL SACERDOCIO
Cuando se piensa que ni la Santísima Virgen puede hacer lo que un sacerdote;

Cuando se piensa que ni los ángeles, ni los arcángeles, ni Miguel, ni Gabriel, ni Rafael, ni príncipe alguno que aquellos que vencieron a Lucifer pueden hacer lo que un sacerdote;

Cuando se piensa que Nuestro Señor Jesucristo, en la última Cena, realizó un milagro más grande que la creación del universo con todos sus esplendores, y fue convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo; y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote;

Cuando se piensa en el otro milagro que solamente un sacerdote puede realizar: perdonar los pecados, y que lo que él ata en el fondo de su humilde confesionario, Dios, obligado por su propia palabra, lo ata en el Cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios;

Cuando se piensa que la humanidad se ha redimido y que el mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se alimentan cada día de ese Cuerpo y de esa Sangre redentora que sólo un sacerdote puede realizar;

Cuando se piensa que el mundo moriría de la peor hambre si llegara a faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino;

Cuando se piensa que eso puede ocurrir porque están faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso ocurra se conmoverán los cielos y estallará la tierra, como si la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y las gentes aullarán de hambre y de angustia, y pedirán ese pan, y no habrá quien se los dé; y pedirán la absolución de sus culpas y no habrá quién las absuelva, y morirán con los ojos abiertos por el mayor de los espantos;

Cuando se piensa que un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él;

Cuando se piensa que un sacerdote cuando celebra en el altar tiene una dignidad infinitamente mayor que un rey; y que no es ni un símbolo, ni siquiera un embajador de Cristo, sino que es Cristo mismo que está allí repitiendo el mayor milagro de Dios.

Cuando se piensa todo esto, uno comprende la inmensa necesidad de fomentar las vocaciones sacerdotales;

Uno comprende el afán con que, en tiempos antiguos, cada familia ansiaba que de su seno brotase, como una vara de nardo, una vocación sacerdotal;

Uno comprende el inmenso respeto que los pueblos tenían por los sacerdotes, lo que se reflejaba en las leyes;

Una comprende que el peor crimen que puede cometer alguien es impedir o desalentar una vocación;

Uno comprende que provocar una apostasía es ser como Judas y vender a Cristo de nuevo;

Uno comprende que si un padre o una madre obstruyen la vocación sacerdotal de un hijo, es como si renunciaran a un título de nobleza incomparable;

Uno comprende que más que una iglesia, y más que una escuela, y más que un hospital, es un seminario o un noviciado;

Uno comprende que dar para construir o mantener un seminario o un noviciado es multiplicar los nacimientos del Redentor;

Uno comprende que dar para costear los estudios de un joven seminarista o de un novicio es allanar el camino por donde ha de llegar al altar un hombre, que durante media hora, cada día, será mucho más que todas las dignidades de la tierra y que todos los santos del cielo, pues será Cristo mismo,
sacrificando su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo.

Tomado de Oraciones y Devociones